Hace tiempo
que la televisión sólo la uso para ver películas y canales temáticos de series
porque la parrilla televisiva se ha convertido en el “opio del pueblo”
contemporáneo donde las miserias humanas se venden como si se tratara de un
mercadillo y el precio de los valores humanos que más bien parecen mercantiles,
valen lo que el “share” televisivo determine.
Así que, sin
pretender dar lecciones de ética a nadie, recomiendo limitar su uso a programas
que no dañen nuestro cerebro y tener especial cuidado con el tipo de televisión
que ven nuestros hijos y limitar su tiempo porque hay alternativas más
placenteras como un paseo o la lectura de un buen libro y que despiertan mucho
mejor nuestra imaginación.
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