Hadas que habitáis
donde el eco de mi voz
resuena claro,
donde mi mirada
puede encontraros.
Hadas que, a mi alrededor,
tejéis telarañas de ensueños
para reencontrarme solo
con el eco de mis silencios.
Hadas…simplemente hadas
que coronáis la estela
de sinuosos caminos
haciéndome navegar
por mares de fango
donde vuelan mariposas.
Hadas que habitáis
en mente inquieta,
expuesta al sacrificio,
hadas que moráis
eternas y transparentes;
sin vida, ilesas,
parapetadas tras el resquicio,
fugaces, incoloras;
de sueños, inerte.
Hadas que habitáis
donde la luz
invade lentamente,
desprendiendo rojizo
el rojo que quema.
Hadas que, abrazadas al fuego,
parecéis auroras,
antorchas de piel humeante.
Hadas, simplemente hadas,
siempre hadas
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