En estos días por avería del coche he tenido que desplazarme al trabajo en la guagua de línea y he descubierto con sorpresa como dos simples hechos como el no tener que prestar atención a la carretera y estar varios metros sobre el nivel del suelo te hace descubrir una ciudad diferente y un extrarradio lleno de rincones que desconocía.
A mis ojos llegaron al ritmo que marca la velocidad los escenarios que pasan desapercibidos al nivel de la carretera en el utilitario que conduces generalmente. La ciudad se torna diferente, los edificios cambian de prisma y de enfoque, aprecias detalles en los que no fijas la mirada, descubres una belleza diferente e inhóspita. Igual pasa en las afueras del casco urbano cuando se asoman caminos, senderos y edificaciones entre las montañas y urbanizaciones que rodean el entramado urbanístico de la metrópoli.
Haciendo un paralelismo pensé cuántas veces no hemos visto lo que teníamos ante nuestros ojos, porque estábamos demasiado cerca de las circunstancias, al pié de la carretera y que seguramente alejándonos de la escena, teniendo una mayor altura de miras, veríamos nítidamente la solución a un problema, un enfoque más positivo o un prisma diferente a una cuestión.
Dejo ahí esa reflexión que yo mismo me hacía y aprovecho para aconsejar que de vez en cuando dejemos el coche en casa y que sea la guagua quien nos lleve de paseo por la ciudad o por esta maravillosa isla para redescubrir nuestro entorno.