Tantas reiteraciones con que nos van
a rescatar, un día sí y otro también, y parece que por enésima vez el auxilio
es inminente. Esa duda permanente sólo consigue que el tema sea menor en
nuestra escala de importancia, la repetición hasta la saciedad de una misma
noticia provoca el hastío del receptor.
Estamos en una época de repeticiones
en todos los órdenes de nuestra vida. Las mentiras políticas se repiten hasta
la saciedad con el fin de que parezcan verdad sin que el logro sea fructífero,
las posibles soluciones a la crisis no van a llegar ni se van a materializar
porque las repitamos en letanías del absurdo, los programas repetidos y
similares del espectro televisivo nos empuja a poner el botón de encendido en
off, las continuas referencias a la negatividad de la situación económica nos
hace pasar de los noticiarios y así podemos seguir en el plano tanto personal
como colectivo.
Se echa de menos síntomas y signos de
esperanza, de recuperación y avance en el mañana. Los medios de comunicación
prefieren desdibujar la realidad, que sin desmerecerla y contarla como tal cuál
es si que se debe ser veraz pero sin caer en la tentación de mostrar lo peor de
la misma para crear morbo. Por su parte, los políticos lejos de buscar un
solucionario de recetas posibles entre todas las fuerzas ideológicas con
posibilidad de gobernabilidad se enfrascan en luchas que no conducen a nada.
Hace falta en estos tiempos de zozobra un gobierno multidisciplinar de gestión
que pueda enfocar y enfrentar la crisis desde una óptica no partidista y
pensando en la ciudadanía. Me temo que me he dejado llevar por la utopía.
Puestos a repetir ahondemos en las
noticias positivas del entorno crítico en que estamos, orientemos la realidad
hacia los tonos esperanzados del panorama y no nos detengamos en lo sórdido y
negativo. Repitan como en un mantra: Saldremos adelante. Otros lo hicieron
antes que nosotros.
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