Hoy, 9 de diciembre, es el Día Internacional contra la Corrupción, tal como así lo acordó la
Asamblea de las Naciones Unidas como medio de sensibilización contra esta lacra
social. En España sólo nos hemos sensibilizado la ciudadanía porque sólo hay
que echar un vistazo a cualquier periódico no afecto al régimen y cualquier día
para observar cómo la corrupción lejos de amainar en este país con tradición de
picaresca parece que resurge como ave fénix en los últimos tiempos.
Además lo hace con un sentido equilibrado de la justicia al
abarcar todos los sectores de la sociedad: organizaciones políticas,
empresariales y sindicales; familia real, iglesia… Ello hace que la percepción
de la corrupción se manifieste de forma más fehaciente por la ciudadanía como
así lo atestigua el último informe de la ONG Transparencia Internacional que
baja a España del puesto 30 al 40 en
tan sólo un año.
Leía el otro día en “El País” que el año pasado hubieron en
este país unas 90 sentencias por corrupción frente a las 3.ooo de Polonia, que
está situada sólo un puesto por encima de España. Resulta un dato revelador.
Además las sentencias no suelen ser muy ejemplarizantes por lo general y hasta
se adornan con vítores y agasajos a las personas condenadas por parte de sus
fieles con lo que no ayuda precisamente a una desafección social del asunto,
máxime cuando la Ley de Transparencia no está siendo la panacea que se esperaba
para combatir el fenómeno de la corrupción en todos los estamentos políticos y
administrativos del Estado.
Este país está enfermo de un mal que ningún médico se atreve
a medicar aun conociendo el diagnóstico y la medicación adecuada. Quizá la
explicación esté en una entrada anterior del blog Si Montesquieu nos viera
Nosotros los ciudadanos sólo podemos dar el castigo a los
corruptos cada cuatro años y generalmente el voto no representa su condición
negativa hacia nuestros representantes, viciado quizás en unas formas
rutinarias que sólo adornan la esfera del auténtico poder vedado a los que no
participan de la erótica del lujo y la buena vida.
Mientras tanto, seguimos teniendo la corrupción y el fraude
como segundo tema de preocupación por detrás del paro, y antes que los
problemas de índole económica y los políticos. Como pueden ver todos los
asuntos que nos quitan el sueño están íntimamente relacionados entre sí.
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