No puedo darte soluciones
para todos los problemas de la vida,
ni tengo respuestas para tus dudas o temores,
pero puedo escucharte y buscarlas junto a ti.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro.
Pero cuando me necesites, estaré allí.
No puedo evitar que tropieces.
Solamente puedo ofrecerte mi mano
para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tu triunfo y tus éxitos no son míos.
Pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida.
Me limito a apoyarte,
a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo impedir que te alejes de mí.
Pero si puedo desearte lo mejor
y esperar a que vuelvas.
No puedo trazarte límites
dentro de los cuales debas actuar,
pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos
cuando alguna pena te parte el corazón,
pero puedo llorar contigo
y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quién eres ni quién deberías ser.
Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo.
(J. Luis Borges)
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