Nuestra vida, según esto, no es sólo nuestra persona, sino que de ella forma parte
nuestro mundo: ella –nuestra vida- consiste en que la persona se ocupa de las cosas o con
ellas, y evidentemente lo que nuestra vida sea depende tanto de lo que sea nuestra
persona como de lo que sea nuestro mundo. Ni nos es más próximo el uno que el otro
término: no nos damos cuenta primero de nosotros y luego del contorno, sino que vivir es,
desde luego, en su propia raíz, hallarse frente al mundo, con el mundo, dentro del mundo,
sumergido en su tráfago, en sus problemas, en su trama azarosa. Pero también, viceversa: ese
mundo, al componerse sólo de lo que nos afecta a cada cual, es inseparable de nosotros.
martes, 20 de febrero de 2018
Reflexionar con J. Ortega y Gasset
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