Quería un final perfecto. Ahora he aprendido, de la manera más difícil, que algunos poemas no riman, y algunas historias no tienen claro el principio, ni el medio, ni el final. En la vida nunca se sabe qué pasará, siempre habrá cambios, así que en cada momento, debemos hacer lo mejor que podamos, sin saber lo que va a ocurrir a continuación. Deliciosa ambigüedad.
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