Imagínate que vivieras en un mundo en el que no hay espejos.
Soñarías con tu rostro y te lo imaginarías como reflejo exterior de lo que hay dentro
de ti. Y después, cuando tuvieras cuarenta años, alguien te pondría por primera vez en la vida un espejo delante.
¡Imagínate el susto! Verías un rostro completamente extraño. Y sabrías con claridad lo que no eres capaz de comprender: tu rostro no eres tú.
Soñarías con tu rostro y te lo imaginarías como reflejo exterior de lo que hay dentro
de ti. Y después, cuando tuvieras cuarenta años, alguien te pondría por primera vez en la vida un espejo delante.
¡Imagínate el susto! Verías un rostro completamente extraño. Y sabrías con claridad lo que no eres capaz de comprender: tu rostro no eres tú.
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