domingo, 22 de septiembre de 2024

Reflexionar con César Vallejo


Masa 

Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo:
«¡No mueras, te amo tanto!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Se le acercaron dos y repitiéronle:
«¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando
«¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: «¡Quédate hermano!»
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.

Entonces todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar.

viernes, 6 de septiembre de 2024

Poesía: Augusto Branco


La vida

iYa perdoné errores casi imperdonables,
ntenté sustituir a personas insustituibles
y olvidar a personas inolvidables.

ya hice cosas por impulso,
a me decepcioné de personas que pensé que nunca me decepcionarían,
pero también yo decepcioné a alguien.

Ya abrace para proteger
Ya reí cuando no podía,
ya hice amigos eternos,
y amigos que nunca volví a ver.

Ya amé y fui amado,
Pero también, ya fui rechazado.
Ya fui amado y no supe amar.


Ya grité y salté de tanta felicidad,
Ya viví de amor e hice juramentos eternos,
pero también fallé muchas veces…

Ya lloré oyendo música y viendo fotos, llamé sólo para escuchar una voz,
ya me enamoré por una sonrisa.

Ya pensé que me moría de tanta tristeza,
Y tuve miedo de perder a alguien especial
(y acabé perdiéndolo).
¡Pero sobreviví!
¡Y todavía vivo!

No paso simplemente por la vida.
Y tú tampoco deberías simplemente pasar.
¡Vive!

Es bueno ir a la lucha con determinación
y abrazar la vida con pasión,
perder con clase y vencer con osadía,
porque el mundo pertenece a quien se atreve,
y la vida es demasiado preciosa
como para considerarla insignificante.


miércoles, 4 de septiembre de 2024

Frases: Charles Dickens

Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y la de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la Luz y de las Tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación: todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos todos derechos al Cielo, todos nos precipitábamos en el infierno.

(Historia de dos ciudades, Charles Dickens)