He tenido unos días libres en esta semana que acaba y me he ido a la isla vecina de Tenerife, de visita a una amiga a la que había que acompañar en un momento complicado, porque la amistad verdadera exige estar cuando hay que estar, al margen de si te lo piden o no. Sería como aplicar el término “timing”, utilizado en la dinámica de recursos humanos, y que viene a significar el conocimiento de saber cuándo es el momento de actuar y cuando hay que estarse quieto; vamos, lo que siempre se ha conocido como el sentido de la oportunidad
A otra amiga, ésta de Gran Canaria, porque yo hago región con mis amistades, la tengo en el pensamiento porque no siempre se puede ayudar y sólo puedes estar ahí, en la sala de espera de los acontecimientos por ver si tu apoyo puede ser útil en un momento dado.
Y a todo esto, estamos en la resaca de unas elecciones atípicas que nos ha traído lo que ya sabíamos y que nos traerá lo que desconocemos aunque lo preveamos. Al final seguro que a mí como al resto de la función pública nos tocará arrimar de nuevo el hombro en la pesada carga de la deuda porque Rajoy ya habló con su ahora amiga Merkel y eso sólo puede traer consecuencias más negativas para España y los españoles.
Después de unos cuantos meses y con la perspectiva del tiempo una serie de situaciones como una crisis económica desconocida, movimientos populares espontáneos –después de la Transición, el único acto político exportable fuera de nuestras fronteras-, influencia de los mercados financieros en el poder político de los estados, falta de credibilidad de la Unión Europea, agotamiento del sistema capitalista tal como lo conocíamos…me hacen reflexionar que estamos asistiendo a un cambio de modelo económico que debe implicar una revolución en profundidad, lo cual no parece que sea un proceso rápido, máxime cuando los estados quieren seguir manteniendo su status particular en el marco de una economía global.
Teniendo en cuenta lo dicho anteriormente, la campaña electoral pasada era como un pasacalles de promesas que ninguna de las formaciones políticas puede garantizar su cumplimiento en una España, hoy más que nunca, al albedrío de una economía globalizada que puede influir y mucho en las decisiones que se tomen internamente. Así que la clase política debe tomar nota y en la próxima reforma electoral que, por otra parte, es urgente realizar eliminen la campaña electoral que no sirve para nada y eso que nos ahorramos.
A mis amistades de la política activa y no activa, decirles que deben darse cuenta que estamos en un proceso de cambio y el que no esté ojo avizor con el mismo se quedará atrás irremediablemente. Hoy más que nunca se debe conectar con la ciudadanía para intentar compatibilizar las promesas con las necesidades, las propuestas con los deseos y la doble meta que tenemos como nación y como ciudadanía.