Se marcha 2011, agonizando por un virus mundial de nombre “crisis 2.0” fruto de experimentos económicos que no salieron como debieran. Nadie le llora, nadie se acuerda de los perdedores. Que se lo pregunten a Zapatero… Ahora nos peleraremos por cómo afrontar la situación anómala del estado del bienestar, del camino a seguir, de las pautas de las acciones y hasta del color de los dichosos brotes cuando salgan.
Por lo pronto, como buen funcionario público, y sin contar conmigo, ya me bajarán el sueldo otra vez, vía irpf, eso sí trabajando en un horario más amplio para que tenga tiempo de analizar mejor el encuadre del presupuesto mensual porque conociendo la picaresca española no vayamos a pensar que más horario significa más productividad, pues la motivación laboral está en franca decadencia y bajando enteros en la bolsa del compromiso social con la empresa. La travesía del desierto de las penurias es inevitable por lo que mejor pasarla con el mejor humor posible y las esperanzas a flor de piel, so pena de morir en el intento.
Este año que termina ha sido convulso. En el plano personal ha sido de cambio. He dejado atrás mi trayectoria sindical, crítico con un modelo que se resiste a cambiar pese a las circunstancias, cansado de predicar en el desierto y con un cierto hastío de ideas y de personas. No miro atrás, no merece la pena. Vuelvo a donde quizás no debí salir, a mi trabajo habitual, con las alforjas semivacías, dejando atrás simples acompañantes de un camino cuyos correos y teléfonos ya están en la papelera de reciclaje de windows, abandonando de momento el debate de ideas que ahora mismo son minoría frente a la masa mediocre y apegada a las prebendas individuales. El tiempo es el mejor juez y ya se vislumbran los pequeños juicios y sus resultados.
2012 está a punto de amanecer en el horizonte cargado de energía positiva, de fuerza en el futuro, de esperanza en el cambio, de renovación e ilusión. 2012 ya está aquí, recibámolo con la dicha de saber que contamos un año más, y en los tiempos que corren, ya es bastante.
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