domingo, 30 de septiembre de 2012

Otoño caliente

 

Termina este mes de septiembre, todavía con los coletazos de un caluroso verano que se resiste a marcharse con sus temperaturas y calores, por lo que las lluvias de otoño siguen sin teñir de frío y humedad el ambiente. Quizás influya también en estas temperaturas el “otoño caliente”  al que estamos asistiendo con protestas continuas en la calle por parte de la sociedad civil organizada en plataformas varias que marcan el paso a los partidos políticos y sindicatos que ya no son dueños de la calle, escenario de sus protestas, por cuanto el populismo se abre paso ante el decepcionante papel que han jugado las organizaciones políticas y sindicales en el entramado de la crisis.
La democracia y el estado de derecho es, incluso con sus inconvenientes que deberán ser compensados en reformas a debatir y aplicar, el mejor escenario de convivencia que ahora mismo tenemos y me temo que el populismo que antes mencionaba se balancea muchas veces en teóricas e utópicas redes aprovechando la queja ciudadana frente a la crisis. Hace falta una reforma en profundidad, desde mi punto de vista, de las administraciones del estado y también del papel de la clase política. En tiempos de crisis todos debemos arrimar el hombro, pero eso no ocurre así y son los más débiles los que soportan el mayor peso del esfuerzo.
La situación es muy compleja y supera la esfera nacional. Europa es la suma de los países que la componen, no una organización en sí misma política y económicamente hablando aunque nos digan lo contrario. Los estados están supeditados a los intereses económicos propios de sus mercados financieros y, en medio de este caos los ciudadanos europeos que se ven envueltos en este juego de intereses donde el que menos prima es el suyo.
Es difícil creer, como acto de fe, en las organizaciones que rodean nuestra vida pública y que velan en teoría por nuestros intereses. Mi conocimiento y experiencia directa de ellas y lo que percibo por los medios de comunicación me convencen de la falta de confianza en partidos políticos y organizaciones sindicales en primer término y de organizaciones supranacionales, en segundo lugar, que bajo el paraguas de una Europa unida pretenden hacerme creer que luchan por los intereses de una ciudadanía cada vez más informada y menos proclive al engaño de otros.
Este otoño se presenta complicado con decisiones importantes todavía por decidir y que se suponen que se tomarán antes de la llegada del invierno, donde deberíamos hacer los deberes como la cigarra del cuento para no pasar frío y tener las reservas suficientes para pasar los meses invernales. 
Por mi parte, de momento, he decidido que no creo en salvadores de patrias, en voceros de sus propios intereses, en mercaderes de votos cuatrienales ni en traficantes de sentimientos. Decidiré buscar mi propio sustento para el invierno, esperando que las nubes del otoño vengan cargadas de aguas serenas que inunden nuestras conciencias y mojen nuestras tierras porque quizás, con el lavado de las mentes de muchos y la preparación de las tierras agrícolas podamos contribuir a una salida digna de esta maraña general.
Y que el frío se acerca a nuestra piel porque si no baja la temperatura, el peligro de ebullición es inminente.


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