Se acercó la Navidad sigilosa y, pese a que la situación no
anima a mucha barbarie consumista ni ánimos parranderos, la gente sale de los
centros comerciales con bolsas en la mano, los reyes y los noeles rojos cuelgan
de los balcones, y las terrazas se llenan de corazones alegres. Quizás sea
porque la navidad es un sentimiento que al igual que la hiedra trepa por
nuestros corazones y sin apenas darte cuenta te invade en silencio tiñendo de
rojo los rincones de nuestra alma.
Este año es especial por muchas razones personales para mí,
tengo a los míos juntos todos por vez primera, inclusive aquellos que, como el
turrón, vuelven a casa por navidad. El fin de año quemaré en una hoguera
virtual los infortunios económicos de éste, las tristezas y pesares, los
problemas pequeños y grandes que nos agobia en el acontecer diario y todas
aquellas cosas que pesan en la balanza de lo negativo para desde el minuto 1
del 2013 poner todo el tesón en salir airoso de las circunstancias que la vida,
con la ayuda inestimable de Rajoy, nos ha dado y que ni el contexto personal o
general pueda cambiar un ápice el camino marcado y las metas propuestas.
Me declaro optimista ante el futuro, procuro disfrutar de las
pequeñeces del día a día, vivir la vida en presente dejando que el futuro se muestre
sereno cuando lleguemos a su encuentro donde se nos hará presente igualmente;
vivir, que no es sólo convivir, con las personas que nos rodea y que hemos
elegido para que nos acompañe en nuestro camino y disfrutar de ellas y con
ellas en nuestro paseo terrenal.
Ya estoy disfrutando de la navidad, mientras escribiendo
estas letras, oigo de fondo un cd de villancicos cuya música parece coordinada
con las luces del árbol de navidad que refleja sus luminarias en los adornos
del salón. Ahora mismo estoy solo en casa, imaginándola en breves fechas llena
de las sonrisas de la gente que quiero y de los recuerdos de aquellas que
marcharon antes de tiempo.
La Navidad es un estado de la mente, mucho más allá de la
explotación comercial que sin desdeñarla – yo mismo disfruto eligiendo regalos
para la gente que aprecio – no es la única variante de esta época del año.
Disfrutemos, vivamos y sintámonos vivos.