Todavía el carnaval de Las Palmas de Gran Canaria
sigue con su andadura descafeinada cuando ya San Valentín asoma por una esquina
y la semana santa se cierne sobre el horizonte. Vamos de fiesta en fiesta para
torear los malos augurios y los infortunios de esta España mía, de esta España
nuestra que no para de darnos quebraderos de cabeza con cada titular de prensa.
A pesar de ello tenemos los ánimos para la fiesta, aunque sea con los recortes
propios del momento.
Los corazones rojos inundan los escaparates de las
tiendas invitándonos a demostrar cuánto amor sentimos por esa persona especial
en nuestras vidas y todos caeremos en mayor o menor medida en una fiesta.
Inventada o matizada por el consumo como tantas otras. Este año seré cursi, me
apetece, y haré un regalo recortado y la invitaré a cenar en un lugar especial
por su significado para ambos y luego…me entregaré en los brazos de Eros o
Morfeo, según diga la noche.
Pero ello no es óbice para que cada día intente ser el
acompañante perfecto en nuestro mutuo camino pese a las adversidades y
circunstancias; un día al año sin el resto no tendría sentido. Soy un hombre
con suerte. Encontrar a esa persona que, de verdad, es especial y te hace
sentir especial es un hecho insólito y extraordinario y que merece ser
celebrado siempre, inclusive en San Valentín.
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