miércoles, 30 de octubre de 2013

Reflexionar con... Rudyard Kipling

 

Elegí la vida
 
No quise dormir sin sueños:
y elegí la ilusión que me despierta,
el horizonte que me espera,
el proyecto que me llena,
y no la vida vacía de quien no busca nada,
no desea nada más que sobrevivir cada día.

No quise vivir en la angustia:
y elegí la paz y la esperanza,
la luz,
el llanto que desahoga, que libera,
y no el que inspira lástima en vez de soluciones,
la queja que se denuncia, la que se grita,
y no la que se murmura y no cambia nada.

No quise vivir cansado:
y elegí el descanso del amigo y del abrazo,
el camino sin prosa compartida,
y no parar nunca, no dormir nunca.
Elegí avanzar despacio, durante más tiempo,
y llegar más lejos,
habiendo disfrutado del paisaje.

No quise huir:
y elegí mirar de frente,
levantar la cabeza,
y enfrentarme a los miedos y fantasmas
porque no por darme la vuelta volarían.

No pude olvidar mis fallos:
pero elegí perdonarme, quererme,
llevar con dignidad mis miserias
y descubrir mis dones;
y no vivir lamentándome
por aquello que no pude cambiar,
que me entristece, que me duele,
por el daño que hice y el que me hicieron.
Elegí aceptar el pasado.
No quise vivir solo:
y elegí la alegría de descubrir a otro,
de dar, de compartir,
y no el resentimiento sucio que encadena.
Elegí el amor.

Y hubo mil cosas que no elegí,
que me llegaron de pronto
y me transformaron la vida.
Cosas buenas y malas que no buscaba,
caminos por los que me perdí,
personas que vinieron y se fueron,
una vida que no esperaba.
Y elegí, al menos, como vivirla.

Elegí los sueños para decorarla,
la esperanza para sostenerla,
la valentía para afrontarla.

No quise vivir muriendo:
y elegí la vida.
Así podré sonreír cuando llegue la muerte,
aunque no la elija...
...que moriré viviendo.


sábado, 26 de octubre de 2013

Efecto Yadey

Conoce a Yadey, un niño de 5 años con parálisis cerebral, y a su familia. Es un pequeño tremendamente vital que da infinitos momentos de felicidad a su entorno. Yadey es un niño con muchas capacidades que, como tantos otros, acude diariamente a un Colegio de Educación Especial de San Juan de Dios. Destaca por su alegría, su inteligencia y su afán de superación. Visita este vídeo y ayúdanos a romper barreras y a concienciar sobre las enormes capacidades de las personas con discapacidad. Gracias por su apoyo a Cajasiete, Efecto Pasillo por prestarnos su tema "Pan y mantequilla" y al Club Náutico Metropole. Pero, sobre todo, a los pequeños grandes luchadores y sus familias.



Presencia en otras redes sociales

Este blog, Retazos de interior, también puedes encontrarlo en Facebook donde podrás visualizar tanto las entradas del propio blog como otras noticias.



 
 
Me puedes encontrar también en otras redes sociales, con mayor o menor actividad; la mayoría de ellas con enlaces desde el blog. Las últimas entradas en Twitter, por ejemplo, las puedes ver en el propio blog.
 

 
Twitter
@aurelioramas
Google+
Youtube
Pinterest
 
 



martes, 22 de octubre de 2013

Obsolescencia programada

 

Podríamos definir la obsolescencia programada como la programación de la vida útil de un producto o servicio de forma que tras un periodo determinado previamente por el productor durante la fase de diseño del mismo éste se vuelva inoperativo total o parcial. Aunque cuando hablamos de este término pensamos en los electrodomésticos caseros, puede referirse a otros bienes como podría ser una bombilla, un móvil o un medicamento, por ejemplo.
A quién no le ha pasado que en el transcurso de varios días la nevera, la lavadora, la plancha y el microondas se ponen de acuerdo por no se sabe qué motivo a inmolarse en un suicidio colectivo que nos deja además de huérfanos tecnológicos con la cuenta corriente suspirando con la reposición de tan deseados bienes, puesto que en la mayoría de los casos la reparación de la parte es superior económicamente a la reposición del todo.
El objetivo está claro que es económico y ello incide en el medio ambiente dentro de una economía global que no gestiona a posteriori la enorme cantidad de productos ya obsoletos.
Yo añadiría la obsolescencia programada dirigida, cuando en función de modas tecnológicas damos por finiquitada nuestra relación con nuestro coche o con nuestro móvil, no porque hayan llegado al final de su vida útil, sino porque existe un nuevo modelo en el mercado que ya se ha encargado la publicidad y el marketing de vendernos su encanto oculto, por supuesto, también con el periodo de vida predeterminado.
El tema es complejo. Pongamos por caso que los bienes duraran el triple de lo que lo hacen actualmente. Entonces bajaría la producción con la consiguiente influencia en el mercado laboral en un entorno económico desfavorecido.
Parece mejor idea trasladar el término a otros ámbitos como las instituciones políticas, organizaciones sindicales o empresariales donde la vida política media de un parlamentario o de un gestor de cualquiera de estas organizaciones es inversamente proporcional al estado del bienestar de cualquier ciudadano medio.
 
 


lunes, 14 de octubre de 2013

Reflexionar con...Gabriel Celaya


Momentos felices

Cuando llueve y reviso mis papeles, y acabo
tirando todo al fuego: poemas incompletos,
pagarés no pagados, cartas de amigos muertos,
fotografías, besos guardados en un libro,
renuncio al peso muerto de mi terco pasado,
soy fúlgido, engrandezco justo en cuanto me niego,
y así atizo las llamas, y salto la fogata,
y apenas si comprendo lo que al hacerlo siento,
¿no es la felicidad lo que me exalta?

Cuando salgo a la calle silbando alegremente
—el pitillo en los labios, el alma disponible—
y les hablo a los niños o me voy con las nubes,
mayo apunta y la brisa lo va todo ensanchando,
las muchachas estrenan sus escotes, sus brazos
desnudos y morenos, sus ojos asombrados,
y ríen ni ellas saben por qué sobreabundando,
salpican la alegría que así tiembla reciente,
¿no es la felicidad lo que se siente?

Cuando llega un amigo, la casa está vacía,
pero mi amada saca jamón, anchoas, queso,
aceitunas, percebes, dos botellas de blanco,
y yo asisto al milagro —sé que todo es fiado—,
y no quiero pensar si podremos pagarlo;
y cuando sin medida bebemos y charlamos,
y el amigo es dichoso, cree que somos dichosos,
y lo somos quizá burlando así la muerte,
¿no es la felicidad lo que trasciende?

Cuando me he despertado, permanezco tendido
con el balcón abierto. Y amanece: las aves
trinan su algarabía pagana lindamente:
y debo levantarme pero no me levanto;
y veo, boca arriba, reflejada en el techo
la ondulación del mar y el iris de su nácar,
y sigo allí tendido, y nada importa nada,
¿no aniquilo así el tiempo? ¿No me salvo del miedo?
¿No es la felicidad lo que amanece?

Cuando voy al mercado, miro los abridores
y, apretando los dientes, las redondas cerezas,
los higos rezumantes, las ciruelas caídas
del árbol de la vida, con pecado sin duda
pues que tanto me tientan. Y pregunto su precio,
regateo, consigo por fin una rebaja,
mas terminado el juego, pago el doble y es poco,
y abre la vendedora sus ojos asombrados,
¿no es la felicidad lo que allí brota?

Cuando puedo decir: el día ha terminado.
Y con el día digo su trajín, su comercio,
la busca del dinero, la lucha de los muertos.
Y cuando así cansado, manchado, llego a casa,
me siento en la penumbra y enchufo el tocadiscos,
y acuden Kachaturian, o Mozart, o Vivaldi,
y la música reina, vuelvo a sentirme limpio,
sencillamente limpio y pese a todo, indemne,
¿no es la felicidad lo que me envuelve?

Cuando tras dar mil vueltas a mis preocupaciones,
me acuerdo de un amigo, voy a verle, me dice:
«Estaba justamente pensando en ir a verte».
Y hablamos largamente, no de mis sinsabores,
pues él, aunque quisiera, no podría ayudarme,
sino de cómo van las cosas en Jordania,
de un libro de Neruda, de su sastre, del viento,
y al marcharme me siento consolado y tranquilo,
¿no es la felicidad lo que me vence?

Abrir nuestras ventanas; sentir el aire nuevo;
pasar por un camino que huele a madreselvas;
beber con un amigo; charlar o bien callarse;
sentir que el sentimiento de los otros es nuestro;
mirarme en unos ojos que nos miran sin mancha,
¿no es esto ser feliz pese a la muerte?
Vencido y traicionado, ver casi con cinismo
que no pueden quitarme nada más y que aún vivo,
¿no es la felicidad que no se vende?

viernes, 4 de octubre de 2013

Reflexión de otoño

 

Ha llegado el otoño con este veranillo de San Miguel escondido entre nubes que nos hace sufrir esta sofocante sensación de calor sin sol de por medio. Se agradecería la lluvia que empape de nuevo esta tierra canaria para tapizar de otoño nuestras medianías y poder disfrutarlas en todo su esplendor, pero sólo han llegado esas cuatro gotas que te empapan si estás mucho tiempo sin guarecerte pero que sólo ayudan a aumentar la calufa húmeda en el ambiente.
Se interna octubre en el calendario con el tiempo en transición hacia un cambio de horario y con la amenaza en el horizonte que nos quiten a los canarios nuestra idiosincrasia de “una hora menos” tal como está estudiando el Congreso siguiendo las pautas de una comisión de entendidos (cobrando por ello supongo).
Tiempo de revueltas en esta estación que nos acerca a la navidad donde a pesar de las mareas humanas: de la blanca a la verde…la gente está cada vez más apática, trata simplemente de sobrevivir; al menos, es lo que percibo en los entornos inmediatos que observo.
Es como una calma tensa que todo lo invade y en cuyo interior anida cientos de martirios personales y tragedias colectivas, sin nombres para el papel cuché porque tienen lugar en la intimidad de hogares anónimos. Es la culminación de la la doctrina del shock en su esplendor.