Para
algunos la vida se paró de repente el pasado día 4 de diciembre como
consecuencia de la democracia de los votos porque, aunque no siempre lo
parezca, no estamos en la república independiente de Ikea. Los votos dan y
quitan, al menos cuando hay urnas de por medio porque sino los intereses
personales y partidistas surgen como setas en el campo del debate.
Las organizaciones como las
personas deben evolucionar de forma permanente, incluso el estancamiento
obligado por circunstancias ajenas puede ser entendido como evolutivo si el
pensamiento crece pero cuando se retrocede y en demasía entonces es que el
proyecto ha fracasado; pero las organizaciones son entes que lo conforman
personas en sus órganos de decisión y son éstas las que deben dar un paso al
frente para reconocer el fracaso y permitir el cambio.
Es, en estos momentos, cuando me
viene a la mente el recuerdo de siete que eran cuatro...porque siete fueron los
elegidos para liderar una organización con enormes lastres pero descontando lo
que las plagas de la salud, la ignorancia y la ineptitud causaron a su paso nos
encontramos con cuatro personas que el trabajo diario convirtió en amigos y
cuyo esfuerzo diario sin la búsqueda de recompensas derivó en los mayores
efectos positivos que la historia no podrá borrar.
El tiempo siempre es el único
juez, aquel que establece las verdaderas reglas del juego y pone sobre la mesa
la razones reales de toda circunstancia y contexto por lo que solo poniéndonos
en sus manos podemos salir victoriosos…y así ha sido.
Cuánta razón. Ahora es cuando haceis falta de nuevo para reflotar un barco que escorado se hunde hacia el abismo...
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