Tiene miedo de dudar y tiene vergüenza de creer.
Sin embargo en su distante alma hay un tesoro cuya posesión le haría burlarse de aquellos otros que todavía calientan su codicia y su impaciencia.
Un tesoro al alcance de sus manos inutilizadas agarrando el aire, a través del camino en el que va quedando acuñada la débil huella irresoluta. En el que van cayendo quejas por no poder conseguir lo que falta o por no poder aprovechar lo que sobra.
Mudo testigo --el camino sin indicadores-- de un reconcentrado egoísmo --inútil, porque todo pasa-- y de aquella vieja cobardía --también inútil, porque todo queda...
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