El primer día…
El primer
día, Dios se creó a sí mismo. Ha de haber un comienzo para todo.
Luego creó
el vacío. Encontró que le había quedado muy grande, y se sintió impresionado.
El tercer
día imaginó las galaxias, los planetas y los soles. No se sintió excesivamente
satisfecho, sin saber exactamente por qué.
El cuarto
día hizo un poco de jardinería: decoró algunos planetas elegidos con un
verdadero sentido artístico, y se sintió feliz al probarse a sí mismo que era
un dios con gusto, destilando a través del universo una sutil perfección.
El quinto
día, sin embargo, para relajarse de los esfuerzos de la víspera, decidió
divertirse un poco: imaginó un mundo que no era más que una flagrante falta de
gusto, lo atiborró con horribles colores, y lo pobló de una gran cantidad de
repugnantes monstruos. Luego llamó a aquel mundo la Tierra
.
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