He terminado en estos días la lectura del libro del periodista Antonio San José que lleva por título “La felicidad de las pequeñas cosas” y, que como su nombre indica, nos muestra una serie de circunstancias o tareas de corte simple y que, sin embargo, nos ayuda a ser feliz. Ha sido el descubrimiento de esas pequeñas cosas que contribuyen, tanto en soledad como en compañía, a vivir de forma más efectiva nuestra realidad y que muchas veces tienen un coste mínimo e incluso cero: un paseo por el parque, la lectura de un libro, mirar el cielo, etc
Debemos aprender a ser felices, disfrutando de los placeres simples que nos proporciona la vida en la cotidianeidad diaria. Son esas cosas sencillas que pasamos por alto por su diminuto valor dentro de nuestra compleja existencia, esa que hemos ido alimentando de banalidades supérfluas a lo largo del tiempo, fruto de los exitosos ecos de un mercantilismo publicitario que parece llegar a su fin en un entorno económico complicado que parece llegado a decirnos que debemos poner límites a un crecimiento desmesurado de la economía personal y familiar inútil; no podemos vivir como individuos ni como paises por encima de nuestras posibilidades.
Podemos disfrutar y gratis de tantas cosas y circunstancias que en su pequeñez engrandecen nuestro corazón que ocuparían bastante nuestro tiempo libre. Sólo basta que cada uno empieze a escribir en un folio todas aquellas cosas que le gustaría hacer solo o en compañía y que tengan un coste económico nulo o mínimo. Es seguro que la lista puede pasar sin complicaciones de la decena. ¿A qué esperamos? La crisis obliga a innovar también en nuestro tiempo libre.
Finalmente les dejo un video de Jorge Bucay que se titula precisamente “La felicidad” y que resulta interesante su escucha especialmente en el tramo final porque también yo suscribiría esa carta a mi hijo.