viernes, 3 de febrero de 2012

L-e-n-t-i-t-u-d



“Dada la debilidad de la naturaleza humana, los remedios son siempre más lentos que los males”

                                                                        (Tácito)


Los coletazos de la gripe que se va yendo lentamente, como cuando en las películas el protagonista nos dice adiós desde el descansillo de la puerta abierta del tren en marcha, y el frío que ha llegado igual de lento, pero con los mismos efectos que la gripe, han hecho que sólo tenga en esta semana deseos de estar en el refugio de casa con la lectura, la música y el ordenador como únicos aliados. He seguido al pié de la letra las indicaciones de Tráfico: “De casa al trabajo y del trabajo a casa”.
La vida parece ir a cámara lenta, como si todo ocurriera a menos revoluciones; también es verdad que hemos estado subiendo la cuesta de enero y la de este año podría haber sido escogida por su desnivel para la Vuelta Ciclista y además sin muchas ganas de llegar a la meta, pues lo que al final encontramos es la bajada de la cuesta y no sé qué será peor porque creo que los frenos no están muy ajustados.
En política unos y otros se toman su tiempo. El PSOE decidiendo este fin de semana si Sevilla es el final o el inicio de una etapa (todo es relativo) y el PP dándonos en píldoras la batería de recortes en aras del bien común para que no tengamos una sobredosis. En la economía las cifras del paro siguen su lento crecimiento hacía lo desconocido. Las agencias de calificación de deuda y sus patronos, los fondos de inversión, siguen su avance en la conquista “al golpito” de la economía mundial, sin que los estados hagan nada para evitarlo. El voto y la participación, que tanto consiguió obtener, va a terminar desapareciendo por el aumento de la indiferencia y la abstención (si es que Montesquieu no nos explicó la letra pequeña de la separación de poderes).
Quienes deben estar contentos son todos los que siguen el “movimiento slow” que busca el equilibrio y el descubrimiento de las cosas y los sentidos a través de la lentitud en todas las vertientes de la vida. Porque la l-e-n-t-i-t-u-d se ha adueñado de esta sociedad. Si queremos llegar al final tendremos que bajar el ritmo de nuestro camino para adaptarnos a la búsqueda de las soluciones que va a ser lenta.


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