Llega la primavera sin que la lluvia se haya dignado en cubrir los secos campos de mi Gran Canaria. He visitado el pasado fin de semana el centro de la isla desde Valsequillo hasta Teror y se añora el verde y la humedad de otros años; todavía el ocre de las tierras áridas y el amarillento color de la vegetación reina en las medianías. El tiempo está revuelto, con lluvias que no llegan, la calima que nos llega del desierto en medio de un frío que no termina de disiparse y la temperatura que no termina de calentar nuestros cuerpos.
Tiempos revueltos para el clima soñado de nuestras islas. Dicen los expertos que lagrimarán las nubles en los meses de abril y mayo cuando la antesala del verano invita a los isleños a frecuentar más la playa. Ojalá, porque el nivel de los embalses, los cultivos de nuestros agricultores y nuestra propia salud lo agradecerán.
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