Esta última semana ha estado llena de nubarrones en el horizonte, tanto en el cielo de Canarias que ha provocado incluso alguna lluvia fina pero que empapa, como en el contexto económico de España donde el rescate (no voy a usar ninguno de los sinónimos empleados por el Gobierno) ha hecho correr ríos de tinta, sin que a fecha de hoy sepamos las verdaderas consecuencias del mismo.
La lógica de la especulación financiera no es matemática, por lo que el comportamiento de la prima de riesgo, el bono a diez años o la bolsa no responden al principio de acción-reacción. Sólo el paso de los días irá aclarando el panorama, también en el tiempo donde el calor sigue a pesar de las nubes. La cita del domingo con el proceso electoral griego es una incógnita que puede deparar sorpresas todavía.
La falta de transparencia sólo engrandece la gravedad de la situación con descoordinación en la comunicación – no es nueva -, diferencias en los discursos España-Europa y, por supuesto, falta de consenso con el principal partido de la oposición. Estamos ante hechos excepcionales y exigen de nuestra clase política una medida tan anormal en España como sería el consenso del arco parlamentario en un decálogo básico de obligado cumplimiento para un contexto económico adverso como el presente, pero temo que estoy jugando con la utopía.
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