Cuando se repite una misma idea un día sí y otro también, termina por lograr que el receptor acabe por desconectar y olvide o ignore el mensaje. Es lo que está pasando con la crisis y sus coletazos mediáticos (prima de riesgo, bono, recortes y reformas varias, rescate, etc) pues, salvo pequeñas fluctuaciones, no difieren las noticias económicas de hoy mismo respecto a las de hace un mes por poner un ejemplo.
Hemos terminado por desconectar de los medios de comunicación con su diario mensaje cansino y pesimista y, por supuesto, de una fauna política que ya no es creíble y buscar nuestros propios remedios, que no soluciones, a nuestra particular situación individual. Cada persona trata de establecer su hoja de ruta teniendo en cuenta sus factores económicos y personales y así enfrentarse a su vida diaria de la mejor manera posible y todo ello merced a la serie de tropelías contra el estado de bienestar del estado, supuesto garante de derechos y obligaciones, que con recortas y reformas incide directamente e indirectamente en nuestros microsistemas económicos.
Las soluciones a mayor escala quedan para el futuro, si no para la utopía del mañana que ya nunca será igual que el que tuvimos. Han dilapidado el futuro en un viacrucis de ciencia ficción donde el poder se reviste de más poder, la especulación gana a la política, Europa asiste a su propio fracaso en un espejo que no admite mentiras, las clases medias son lanzadas al tobogán que les conduzca a su desaparición y las clases más desfavorecidas ven ampliado su espectro.
Si en Europa el “sálvese quien pueda” parece ser la idea motriz porqué iba a ser diferente en los espectadores mudos de esta crisis.
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