Se cuela las navidades lentamente en nuestras vidas, como
pidiendo permiso en estos momentos de crisis. Mientras los centros comerciales
ya exponen todo el surtido de artículos de decoración y gastronomía para estas
fechas y los ornamentos empiezan a adornar, eso sí con recortes, nuestras
calles, las administraciones públicas buscan financiación extra para los costes
de la navidad callejera. El comercio intenta captar clientela a base de ofertas
anticipadas que incite a una compra menos compulsiva que otros años, máxime con
los recortes de millones de personas de la clase funcionarial cuya paga extra
se iba en gran parte para las fiestas de navidades y reyes.
La originalidad será la reina, junto con la calculadora, en
la elección de las viandas para la mesa y en los regalos de navidad y reyes.
Basta un paseo por las calles para no ver el ambiente de otros años, y eso que
estamos a noviembre y que el mes navideño por excelencia todavía está pendiente
de explotar en su apogeo. Quién sabe si estos adelantos de las fiestas desde
hace unos años es una estratagema de la todopoderosa Merkel para acercar la
fecha principal de la navidad al 6 de diciembre que es cuando el popular, por
aquellos lares, San Nicolás trae regalos a los niños siendo el epicentro de la
fiesta tradicional alemana. Siendo como es en España el Día de la Constitución
no quiero hacer similes político-festivos que me pasa por la mente aunque
viniendo de esa mujer todo es posible.
Quizás tengamos que esperar al fantasma de las navidades
pasadas para que nos haga cambiar de actitud respecto a la fiesta porque creo
que tenemos que cambiar la forma que no el contenido, modificar la forma de
enfrentarnos a una tradición que a todos nos toca el corazón. Hace ya mucho
tiempo que el aspecto material imperaba sobre el humano y sentimental en esta
fiesta y ha tenido que ser el personaje de Dickens a través de una situación de
crisis quien nos haga retroceder a los recuerdos de la navidad tal como la
viviamos en la infancia. Recuperar esa esencia es vital para poder vivirla
ahora en un entorno económico desfavorable y hasta en una atmósfera de cierta
melancolía y desazón.
La Navidad tiene que ayudarnos a descubrir la esperanza,
especialmente en nosotros mismos.
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