jueves, 17 de enero de 2013

Entre Navidad y Carnaval

           
Ahora que terminó la Navidad y sus efectos tranquilizantes sobre el personal y que todavía los ecos del Carnaval no suenan a rebato, es hora de reflexionar sobre la situación económica de esta España nuestra, aunque cada vez menos por obra y gracia del Sr. Rajoy que puestos a meter tijeras ha recortado hasta nuestra identidad nacional. La gente tiene ya bastante trabajo con poner la mejor cara a las situaciones personales y familiares en un contexto de crisis como para identificarse con esta caricatura de país desarrollado donde las necesidades básicas del estado del bienestar nos cuestan dinero con la excusa de la crisis.
Los recortes seguirán conjugándose contra la sociedad más débil en este año, mientras leemos y releemos nuestro propio manual de supervivencia. Al final del camino nos encontraremos con la clase política que ayudó, no a salvarnos de una situación difícil o a ayudarnos a sobrellevar esta carga, sino a ahogarnos más todavía con impuestos, recortes y rebajas por doquier como si con ello la solución fuera a salir airosa; si hasta el Fondo Monetario Internacional dice ahora que la austeridad a través de los recortes no era la solución. Ser político para esto.
España se devalúa dentro y fuera de nuestras fronteras y el recorte del sentimiento patriótico es aprovechado por los intereses nacionalistas para pescar en río revuelto. España existe por inercia, por el sacrificio de millones de españoles que superviven como pueden en la aventura diaria.
Me preguntaba un amigo el otro día: ¿qué políticos pedirán el voto en las próximas elecciones? ¿Quiénes se atreverán a tanto? La respuesta es compleja. Me pregunto yo: ¿tendremos tan poca memoria? La próxima cita electoral se presenta apasionante y no por las elecciones.
 


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