El Estado del Bienestar del que presumíamos hasta hace poco,
tanto nuestros gobernantes como los ciudadanos, se ha convertido en una
quimera. La distancia que hemos retrocedido en un año no podemos desandarla en
el mismo espacio de tiempo y pasará, al menos una generación, para volver al
lugar de partida; ya nada será igual, puesto que esta situación de crisis
generalizada y global ha cambiado no sólo el panorama de nuestra realidad
diaria y nuestra expectativa de futuro sino también la forma de enfrentarnos a
ellas.
El low cost se ha apoderado de nuestras vidas. Las ferias de
saldos en los pueblos se multiplican (tres había en Gran Canaria en este último
fin de semana), las “noches blancas” de las áreas comerciales abiertas y
ciudades invitan al consumo con descuentos, las rebajas en los grandes almacenes
y centros comerciales se suceden a lo largo del año con diferentes nombres, los
comparadores de precios en internet crecen ante una creciente demanda de
análisis previo de cualquier compra.
Un análisis rápido de la situación me lleva a pensar en la
idea del engaño masivo al consumidor pues si ahora ofrecen precios tan bajos
para revitalizar el consumo y sigue habiendo un beneficio económico entonces
cuál era el margen para el empresariado antes de la crisis.
Si bien, aprovechando la situación de la economía, podemos
acceder a una rebaja de los precios en compras y servicios, también es cierto
que ahora mismo la capacidad de compra es nula o escasa y quien pueda tener un
mayor poder adquisitivo lo proyecta al ahorro en previsión de futuro y no al
consumo.
Lo peor es que el estado del bienestar también está en
rebajas y el Gobierno, a tenor de una pésima planificación de la crisis, ha
llenado España de recortes y reformas en áreas sensibles como Educación y
Sanidad, al igual que en los salarios de los empleados públicos que eran los
únicos que con una nómina mensual casi segura podían reactivar el consumo en
tiempos de penuria.
Y no sabemos cuál es el final del periodo de rebajas porque
para este mismo mes ya se ha anunciado un nuevo paquete de reformas con el
signo negativo de la resta en todas ellas. Cualquier norma conlleva quitarnos
dinero o aumentar nuestro gasto.
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