lunes, 22 de abril de 2013

Mañana es el Día del Libro

 
 
Mañana es el Día del Libro y con él me viene a la mente los recuerdos del inicio de mi andadura como lector. Fui un incesante devorador de tebeos en mi infancia pero fue en la pubertad cuando aprovechando que una tía mía me pidió que eligiera como premio un regalo en una librería, elegí un libro, siendo el primero de muchos que siguieron luego.
 
Recuerdo que se llamaba “El misterio de las catedrales” de Fulcanelli y lo leí con fruición sin acordarme el porqué de esa elección precisamente. Así, cada sábado, acudía al antiguo mercado de Telde con mi tía para ayudarle en la tarea de llevar las bolsas de la compra que ella por su edad no podía y al final de la jornada me llevaba a la misma librería a que eligiera otro nuevo libro para mi colección y así, al cabo de un año, llegué a tener un fondo bibliográfico del que me sentía orgulloso.
 
El misterio y la aventura fue mi primera incursión en la literatura, si bien a lo largo de los años se fue ampliando hacia otras facetas literarias como la poesía para descubrir los rincones de la propia alma, la novela en todas sus variantes para explorar y conocer lugares, personas y sensaciones, o el ensayo para ayudarnos con otras perspectivas al entendimiento de nosotros y el mundo que nos rodea.

La lectura nos engrandece como personas, independientemente del género literario y los gustos de cada persona. Leer nos transporta, nos conmueve, nos hace más libres al expandir nuestra mente. Me entenderán todos aquellos lectores que hayan sentido la emoción de abrir la portada de un libro para descubrir su interior.



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