Estaba releyendo algunas entradas de mi blog Retazos de
interior cuando me percaté de algunos errores de sintaxis y alguna que otra
errata, y eso que suelo pasar el corrector ortográfico si bien mi ortografía es
bastante aceptable, fruto de la constancia de una antigua profesora de Lengua
en la EGB que, aunque con mano de hierro, he de reconocer
que hizo bien su trabajo en lo que a mí respecta.
Me acordé entonces de Twitter donde la ortografía en una
asignatura pendiente. El ejemplo más significativo es el uso de la H que de
muda pasa a ser invisible o tiende jugar al escondite apareciendo y
desapareciendo siempre cuando no conviene. Hemos dejado atrás las reglas de la
ortografía y la gramática en beneficio de una supuesta rapidez en la
comunicación al hilo de las nuevas tecnologías cuando no creo que sea
incompatible. Ni los 140 caracteres de Twitter pueden ser una excusa para
abreviar erróneamente.
Las modas cambian las reglas – ejemplo claro y gráfico es el
cambio de la Q por la K – y así se va diluyendo el castellano en forma y
contenido. Un idioma extenso y complejo reducido a una serie de abreviaturas y
letras sustituidas por otras en las palabras. La ortografía no es incompatible
con las prisas en las comunicaciones que no en comunicarnos.
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