Un día de esta semana
de camino al trabajo tuve un sobresalto en la autopista y no a causa del
tráfico, al menos del terrestre. Escuchaba música de fondo mientras conducía
cuando observo como algo de tonos oscuros se aproxima como una exhalación hacia
mí y una vez cerca veo que es una paloma o similar que se estrella contra el
cristal delantero del vehículo antes de emprender supongo el vuelo o quedar
malherida en la carretera. Todo fue tan rápido que no podría señalar siquiera
el tipo de ave y el resultado de su torpeza o debilidad.
Pensé si sería el augurio de alguna
noticia y ya no le di más importancia que comprobar el estado del cristal
cuando estacioné el coche. La mañana, sin embargo, me iba a demostrar que
quizás si fuera un presagio pues una noticia inesperada y emocional me tocó la
fibra cardiaca.
Dicen que las aves son señal de buenos
augurios aunque la que tropezó conmigo era un pájaro de mal agüero. O siendo
positivos, anunciaba buenas vibraciones para un futuro algo más lejano.
En cualquier caso, me quedé
reflexionando sobre los presagios, avisos y señales que la naturaleza en todas
sus vertientes nos pone en el camino. Tanto en el plano individual y personal
como en el que compartimos con el resto de congéneres nos topamos con
situaciones y circunstancias que una vez han llegado a término es cuando se nos
enciende la luz y descubrimos todas aquellas advertencias advenedizas que no
vimos o no quisimos ver, las huellas que delataban lo que iba a suceder.
Debe ser nuestro destino….llegar hasta
el final de los caminos sin hacer caso de las señales.
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