La crisis agudiza el ingenio y también deja al aire nuestras
propias vergüenzas. La agenda de actos en todos los pueblos de mi isla de Gran
Canaria se multiplican cada fin de semana. Al margen de las fiestas locales
surgen ideas de ocio ligadas a la restauración y al consumo como las rutas de
tapas, las noches blancas, los fines de semana de actividades con nombres
evocadores, las jornadas de puertas abiertas, las ferias de saldos, etc.
Toda una oferta comercial y de ocio que nos invita a
participar en unas horas o jornadas de asueto colaborando con el comercio local
sin un excesivo desembolso económico.
Por su parte, las grandes superficies y áreas comerciales,
encadenan con diferentes y llamativos nombres una serie de ofertas y descuentos
durante todo el año y a precios competitivos.
Todo ello está muy bien y beneficia al usuario y/o consumidor
en general pero la pregunta lógica que se me viene a la cabeza es cómo no se
nos ofrecía a la ciudadanía todas esas ventajas económicas en el periodo previo
a la crisis. Si partimos de la base de que el que vende nunca pierde, es que
los márgenes de beneficio antes de la actual situación económica eran
desorbitados y ahora que vienen mal dadas pues se prefiere ganar menos para
poder ser más competitivos y subsistir.
Entiendo que la imaginación empresarial no es que haya
mejorado con el tiempo, sino que se ha agudizado cuando la crisis aprieta. El
lucro económico de antes por parte de la clase empresarial ha dejado paso a la
simple subsistencia y economía de crisis.
Así todo…a disfrutar que estamos en crisis. Perdonemos pero
no olvidemos.
Tienes mucha razón, pero el margen para estos empresarios sigue siendo muy amplio. Un abrazo
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