Las ganas de escribir no son
muchas. Los dedos se hacen rogar frente a un teclado que no me inspira. No sé
si será este frío que empieza a colarse haciendo más presente este otoño
nostálgico y que invita a sentarse en el mullido sofá bajo una manta y con algo
de lectura o música mientras una taza de líquido humeante reposa a nuestro lado.
El fin de semana fue un carrusel
de emociones….de esas que no se pueden transmitir con simples palabras, de las
que sólo es posible intercambiar con una mirada siempre que la otra persona
tenga la misma clave. Los sentimientos son una cosa maravillosa porque no los
podemos controlar aunque queramos, sólo podemos sucumbir a ellos de forma
inteligente si queremos tener una mínima posibilidad de ganar la partida. No
voy a hablarles del fin de semana porque está ligado a mi yo interior aunque me
haya dejado una variable de sensaciones agridulces porque también los
sentimientos positivos tienen matices por causas añadidas.
Quizás esa resaca llegue a este
martes cansino que invita a la tranquilidad del hogar. Y pensar que en pocos
días ya estará el bullicio callejero fiel a su cita navideña en ese frenesí
consumista porque, no nos engañemos, quizás compremos menos, más barato y con
más ingenio por la crisis, pero seguiremos comprando como cada año. Me da grima
ver ya los preparativos navideños en los centros comerciales, como si quisieran
arrebatar más fechas de las que le corresponde en el calendario.
La crisis no ha pasado, pese a la
esperanza efímera de algunos y aunque se acabe el préstamo comunitario a la
banca española que, a diferencias de cualquiera de nosotros, no tendrá que
devolver todo el capital que se le ha dado. Lo he visto en los periódicos del
fin de semana que no había leído hasta ahora mismo. Es curioso. Te lees la
prensa de hoy y parece que no ha pasado el tiempo, como si los titulares en su
mayoría fueran de copiar y pegar. Nada cambia, todo permanece como en la
película “Atrapado en el tiempo”.
Así todo, la navidad está agazapada
a la vuelta de la esquina esperando su estelar aparición mientras este otoño
sigue jugando con la lluvia y el viento sin dejar que el frío entre de lleno
por las rendijas de las ventanas. De momento, yo me recuesto en mi sofá soñando
con hojas caídas y árboles de navidad y, entre medias, con los recuerdos que
dan calor a falta de chimenea.
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