Mañana es el día de los “finaos” donde nos acordamos de los que un día compartieron con nosotros el mismo espacio vital y hoy son una percepción de la memoria, un recuerdo en nuestros corazones. Unos irán a los cementerios de nuestra geografía a poner flores y acompañar durante ese día a sus seres queridos; otros tendrán un recuerdo especial en cualquier momento o lugar. En cualquier caso, la evocación de la ausencia se hará más presente en la memoria.
A pesar del auge creciente de la foránea Halloween, a través de los más jóvenes, y con el beneplácito e impulso de las comunidad educativa con sus fiestas en las aulas, es grato comprobar cómo se suceden en muchos pueblos fiestas de los finaos con su correspondiente asadero de piñas y castañas además de música popular.
Es la batalla que no cesa entre el extranjerismo y la idiosincrasia : navidades con los reyes magos y el hombre del saco rojo, los finaos con el hombre que da miedo…
El “truco y trato” debemos dejarlo para los políticos de turno que con el primero nos convence a la ciudadanía con falsas promesas de acción y regeneración y con el segundo acuerdan con los grandes capitales el avance de sus fortunas personales. Dejemos la fiesta del miedo y las brujas para otros lares que aquí tenemos nuestro Halloween particular en las páginas de la prensa diaria y en nuestra política nacional donde los disfraces típicos de la fiesta no son nada originales. Todos se disfrazan de lo mismo, de político honrado.
La vida pasa…parece que despacio, pero muy rápida cuando miramos atrás y nos damos cuenta de lo no hecho y entonces las palabras encerradas en los versos de Manrique toman forma: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se llega la muerte tan callando…”.