Leo con tristeza estos días en la prensa regional sobre los
rastros de basura que deja el peregrinaje romero en fiestas canarias como El
Pino, El Socorro o La Candelaria y me llama la atención que en festejos donde
se conjugan los valores de la tradición y la fé se den esos resultados que a la
vista no parece el incivismo de unos pocos sino un mal endémico de estas y
otras fiestas a lo largo de la geografía canaria. El canarismo no es un traje
exclusivo para el 30 de mayo sino que debemos llevarlo puesto todo el año. Ni
desde la tradición y mucho menos desde la fé tiene cabida las imágenes que
dañan además de nuestra vista el bello entorno. No cuesta nada meter una bolsa
en la mochila y llevarnos la basura hasta el próximo contenedor.
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