Viernes Santo y nunca un viernes de pasión lo fue tanto. Superada la quincena de la cuarentena y con una ampliación más que probable en el horizonte, la situación se torna complicada para una ciudadanía paciente y ejemplar, en su mayoría, y que ha demostrado una mayor responsabilidad que muchos de sus representante políticos.
Y así todo, debemos tener la esperanza como seña, pues será un camino largo que llevará a buen puerto si somos pacientes. En cualquier caso, es una época de cambios y debemos saber adaptarnos a un mundo cambiante, a unas circunstancias que se moldean a nuevos escenarios.
Ahora toca que rememos todos en la misma dirección buscando la salida de este túnel que atravesamos y cuando lleguemos al final honraremos a los que han quedado atrás, buscaremos con la solidaridad contribuir a sanar las heridas de la batalla y analizaremos sin aspavientos los errores a corregir en el futuro.
Si al abrir de nuevo las puertas de nuestras casas somos las mismas personas, haciendo las mismas cosas, sin que este tortuoso sendero no haya cambiado algo en nuestras vidas, aunque sean matices, entonces es que no hemos aprendido nada y sería una lástima.
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