Agosto se torna ambiguo y renqueante con olas de calor que
van y vienen y lo hace moverse lento como el agua en los meandros, esas curvas
que se forman sinuosas en el curso de los ríos gracias a la combinación del
depósito de sedimentos y la erosión.
Nuestras vidas son los ríos, que
diría Jorge Manrique, que van a dar a la mar que es el morir. Como esos ríos de
la planicie con meandros son nuestras vidas, sinuosas en sus circunstancias, y
así vamos dejando en la parte convexa los depósitos que conforman nuestras
experiencias negativas mientras que la fuerza centrífuga de nuestro propio
camino nos empuja en un acto reflejo a seguir avanzando aunque sea en zigzag.
Agosto es un río con meandros o una
carretera con curvas donde la dicha y la felicidad juegan al escondite detrás
de cada esquina, un mes de fiesta y pesadumbre a partes iguales donde unos ojos
bonitos pueden esconderse a sabiendas y una sonrisa puede salir de la nada. Agosto
es fiesta y reflexión…el preludio de un otoño complejo.
Pero llega septiembre, diciendo adiós a las vacaciones, y
enseñando los dientes del trabajo que, en esta coyuntura, parecen menos
afilados que de costumbre. Así que agradeciendo la vuelta nos preparamos para
seguir el ritmo de nuestras vidas y sus meandros.
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