Jueves al mediodía. Iba ayer en mi coche
pensando en las tareas de la tarde con ganas de comer y deseando llegar a casa
cuando, llegando cerca de Telde, empiezo a notar una hilera de coches aparcados
en los arcenes de la autopista, frenazos en seco, gente encaramada a cualquier
sitio alto que hubiera por los alrededores…pienso en el rally El Corte Inglés,
en el adelanto de la Cabalgata del Carnaval de Telde, en un accidente múltiple
en plena vía, en un rebaño de cabras que cruzan sin control y así puedo seguir
imaginando en cosas ciertas o imposibles.
Pero
he aquí que, en ese momento de tribulaciones, la radio me asombra con la única
opción que no contemplé: el amerizaje de un avión en la costa de Telde. Me resultó raro, pero como la curiosidad forma
parte de nuestra esencia me dirijo a La Garita y tras un primer avistamiento en
la distancia puedo distinguir el perfil de un avión amarillo aunque no
reconozco las alas laterales ni se aprecia actividad de los toboganes que
deberían abrirse en caso de amerizaje, lo que me provoca dudas. El sentir general a mi alrededor es de
incredulidad y asombro ante el acontecimiento que ha revolucionado su rutina
cambiando la siesta por el espectáculo
en directo.
Alguien
llega con unos prismáticos y tras una mirada se aclara el error: es un simple
barco con una grúa amarilla en su lomo. La vista juega una mala pasada en la
distancia y si eso lo multiplicamos por el efecto viral de las redes sociales
con el beneplácito de organismos oficiales de emergencias que dan la voz de
alarma pues ya tenemos un lío monumental que no hay quien lo pare.
Se
acabó lo que se daba y vuelta a casa. En el camino pensaba en las similitudes
del caso con la política. Rajoy causó una gran expectación en un primer momento
en una gran parte de la ciudadanía que le llevó a gobernar con mayoría pensando
que iba a pilotar el avión que remontaría el vuelo de nuestra economía…y muchos
le creyeron en la distancia que marca la política de la ciudadanía, pero esa
distancia en el tiempo también se ha llevado por delante las ilusiones de
muchos así como la constatación del error de otros tantos.
Cuando
nos acercamos a sus políticas de ajustes en los grandes temas que marcan los
límites del estado del bienestar: sanidad, educación, justicia…te das cuenta
que no era el político que votaron los españoles en base a un programa
electoral que no han pasado de leer la cubierta que debe ser de tapa dura
porque no lo han abierto para llevarlo a cabo. Y entonces ves con desilusión que
el lobo tenía piel de cordero…que el
avión era un simple barco.
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