El sol de estos días fue un
espejismo en los finales de este frio invierno. Marzo es variable como decía en
mi entrada anterior, así que vuelve las nubes a copar la vista del horizonte
dejando en entredicho la posibilidad de un buen tiempo en esta semana santa que
se acerca.
Siete días de pasión para
acostumbrarnos al silicio de la campaña electoral que ya asoma en su
precampaña, que no es más que la misma campaña pero sin el rigor formal de ésta
-el mismo perro con distinto collar- y que tanto una como otra nos cubrirá de
frases grandilocuentes y repetitivas, apretones de manos, sonrisas y saludos
como si nos conocieran de toda la vida, mítines para los leales y, por lo que
veo en la prensa últimamente parece que se ha movido y se moverá el tema de los
fichajes en esta temporada de invierno como en el fútbol. Basta que alguien no
quepa en el cupo elitista de la lista electoral correspondiente para buscar
puesto en otra organización y si no siempre queda la posibilidad de fundar otra
dándose de esta manera situaciones que ni Kafka se hubiera atrevido a
vaticinar.
La ventaja es que a estas alturas
de la película el personal no se asusta por el entramado de la misma y menos
por los giros de guión...todo es posible como en el cine de aventura, todo es incógnita
como en el de misterio y suspense, todo es cómico como en el de comedia, todo
es absurdo como en las pelis del genial Woody Allen.
Si fuera posible mandarse a mudar
en plena campaña lejos de esta patria mía y venir el día de la votación a
cumplir fielmente la cada vez más difícil “papeleta” de votar a quienes den la
talla política que esta España necesita, pero justamente este gremio de la
gestión política es el que ha hecho por Acción Vs. Omisión que mi presupuesto
haya menguado hasta hacer imposible tal deseo y sólo aspiro a tomar unas
cervezas en una terraza que no tenga televisión que me haga enfrentarme con el
monstruo.
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