Sobre el amor a sí mismo
El hombre no es capaz de
amar nada de la forma en que se ama a sí mismo. El hombre no puede temer nada
en la medida que se teme a sí mismo. Junto a las otras mitologías, mandamientos
y religiones del hombre primitivo, nació también este extraño sistema invertido
y falaz según el cual el amor del individuo a sí mismo, que es la base del
amor, es ilícito y pecaminoso, y el hombre tuvo que disimularlo, ocultarlo y
enmascararlo.
Amar a otro se consideró mejor, más ético, más
noble que amarse a sí mismo. Y como quiera que el amor propio era el impulso
primigenio y el amor al prójimo nunca podía prender al margen del primero, se
inventó un amor a sí mismo enmascarado, sublimado, estilizado en una especie de
amor al prójimo en reciprocidad.
Así se hizo de la familia,
la tribu, la aldea, la comunidad religiosa, el pueblo y la nación algo sagrado.
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