Es frecuente en los últimos tiempos
tropezarse en la calle con los que yo denomino “acosadores de buena voluntad”
que, en nombre de alguna ONG, se te cruzan en el camino o persiguen tus pasos
en pos de una suscripción solidaria. Particularmente no creo que éste sea el
método de captación propio de organizaciones solidarias cuyos valores no pueden
estar a merced de unos comerciales que pueden dejar la imagen de marca por los
suelos en función de una actitud no siempre positiva.
Recordemos, según me han contado estas
propias personas, que actúan en función de parámetros comerciales y con ánimo
de lucro lo que unido al mínimo de socios que se les exige para mantener el
puesto hacen que la motivación a veces se desborde y la raya entre el
ofrecimiento a la participación solidaria y el acoso, aunque de buena voluntad,
es muy fina.
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