Desear que todos sean buenos, y creer que lo son pocos, es virtud
y cordura. Muchos hombres debe de haber buenos, todos lo deben ser,
muchos parece que lo son; y lo son pocos. ¿Qué, pues, haremos para
vivir? No fiarnos de la apariencia ni culparla ; tratémosla como a cosa
dudosa; -no huyamos della por no ofenderla, no la creamos por no ofendernos;
comuniquémosla con recelo, y tratémosla sin peligro. Vivir y
dejar vivir es el aforismo de mejor seso para la comodidad política.
Muchos fueron buenos hasta que hallaron quien los tuviese por tales.
Muchos se hicieron malos luego que les premiaron por buenos. Hay
quien aguarda entre buenas costumbres, para ser ruin, sólo a verse en
honra, Otros no se cansan de ser buenos hasta que adquieren con qué
poder ser inicuos; tienen paciencia para ser virtuosos hasta que adquieren
caudal para dejar de serio. Yo he visto quien daba con piedad
lo poco que tenía, hasta que con artificio tuvo mano para quitar a todos
lo que tenían. En muchos el reprehender los- vicios, detestar la crueldad,
los robos y adulterios, no es religión, sino invidia. De nadie son
tan perseguidos los impíos que llegan a medrar, como de los que lo
son; cudician su dicha, no su emienda. No los derriban por desagraviar
el puesto que infaman, sino por ocuparle ellos; frecuentemente se
ve acusar un delincuente a otro, no para que le den el castigo que merece,
sino para sucederle en el oficio con que le mereció.
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