miércoles, 15 de junio de 2016

26 años

26 años no son nada y así todo cuántos recuerdos caben en ese periodo. Tengo infinidad de momentos en mi memoria, cientos de experiencias siempre gratificantes que superan con creces momentos más complicados, un mundo de sensaciones donde los sentidos se personifican en un recuerdo en forma de aroma, tacto, vista, oído o gusto.

26 años es el resumen de una pequeña parte de la vida, pero ciertamente que la más apegada a la infancia y la adolescencia y, por tanto, teóricamente más cercana a la paternidad. Dicen que los hijos son un recuerdo entre visitas cuando la edad los aleja del entorno familiar y vuelan solos y libres por esa sociedad que les atrapa. Tengo suerte entonces que mi recuerdo es permanente, que la comunicación es fluida y que las visitas a cuenta de la distancia son lo más numerosas posibles.

26 años podría ser el títuto de mi mejor obra, del motor de vida que supone ser ejemplo y guía de otra persona que te sigue en el tiempo y que heredará los valores que le has inculcado con el matiz de su propia personalidad.
Definitivamente 26 años son buenos años. Soy un padre orgulloso de su hijo, simplemente eso, no esperaba más. Así de simple, así de importante.

Quedan atrás 26 años, algunos más de cuando los dinosaurios dominaban nuestro habitat familiar y las historias y aventuras de unos gigantescos bichos con nombres complicados terminaron por hacerme partícipes de una segunda infancia a través de los bellos ojos de un niño feliz y en esa tesitura escribí estos versos en su momento como nana para los sueños de un gigante: Alejandro.

Duermes

Duermes, y pareces sonreirle
A los dioses de tu infancia
Que se esconden bajo las sábanas
Mientras imaginas dinosaurios
Detrás de cada sueño.

Duermes, acurrucado, solapado
En un tercio de tu cama
Y pareces caer a cada instante
Desde tus pensamientos de infante
Divagando si Pinocho era simulado
O Quasimodo tenía alma.

Duermes, alumbrando la luna
El cristal de tu ventana,
Mis ojos te vigilan
Para que no te pase nada.
Duermes, y en tus sueños
Viajas sin pagar peaje
Cabalgando en un Rex
Que te devuelve al despertar.

Duermes, y mientras tanto,
Todos soñamos contigo,
Soñamos tu sueño para que se agrande
Y te haga sentir la realidad
De la magia que contagia.
Despertamos contigo para revivir
Los instantes supremos
De una realidad desfigurada.

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