Al otro lado del disparador de una cámara fotográfica hay todo un universo silencioso que grita sin palabras. Los paisajes se tornan filtrados por tres miradas: una primera que observa, contempla y disfruta recreándose en los detalles y percibiendo los matices; otra segunda que capta a través de un visor un instante de un contexto más global persiguiendo recordar sensaciones y una última mirada que es la que admirando la foto posterior se recrea en el recuerdo de las dos anteriores.
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