sábado, 4 de mayo de 2013

Noche de dioses griegos

 
 
Sábado, tres de mayo, en que el sol pugna por hacerse un hueco entre las nubes que tiñen de blanco el tapiz azul del cielo. Me levanto de resaca, con todos los dioses de la mitología griega en mi cabeza como esos pajaritos que revolotean en círculo en los dibujos animados cuando algún personaje se da un golpe en la testa.
Morfeo estuvo de visita pero no para adormecerme entre bellos sueños, como sería su función divina, sino para sentarse a charlar conmigo de esto y aquello y tenía ganas de hablar el condenado….como que no pegué ojo en toda la noche. Cuando el diálogo estaba en su apogeo se unen a la conversación Cronos, dios del Tiempo, que a su vez venía acompañado de Eros.
Venían ambos discutiendo sobre el amor a lo largo del tiempo, o como el tiempo se hace necesario para desarrollar el amor. Medié en su debate, intentando zafarme de las garras del pesado de Morfeo, y comenté de una parábola titulada “El tiempo y el amor” que había leído en algún momento:
Hubo un tiempo en el que en una isla muy pequeña, confundida con el paraíso, habitaban los sentimientos como habitamos hoy en la tierra. En esta isla vivían en armonía el Amor, la tristeza, y todos los otros sentimientos. Un día en uno de esos que la naturaleza parece estar de malas, el amor se despertó aterrorizado sintiendo que su isla estaba siendo inundada.
Pero se olvidó rápido del miedo y cuidó de que todos los sentimientos se salvaran. Todos corrieron y tomaron sus barcos y corrieron, y subieron a una montaña bien alta, donde podrían ver la isla siendo inundada pero sin que corriesen peligro.
Sólo el amor no se apresuró, el amor nunca se apresura. Él quería quedarse un poquito más en su isla, pero cuando se estaba casi ahogando el amor se acordó de que no debía morir. Entonces corrió en dirección a los barcos que partieron y gritó en busca de auxilio.

La Riqueza, oyendo su grito, trató luego de responder que no podría llevarlo ya que con el oro y con la plata que cargaba temía que su barco se hundiera.

Pasó entonces la Vanidad que también dijo que no podría ayudarlo, una vez que el amor se hubiese ensuciado ayudando a los otros, ella, la Vanidad, no soportaba la suciedad.
Por detrás de la Vanidad venía la Tristeza que se sentía tan profunda que no quería estar acompañada por nadie.
Paso también la Alegría, pero esta tan alegre estaba que no oyó la suplica del amor.

Sin esperanza el Amor se sentó sobre la última piedra que todavía se veía sobre la superficie del agua y comenzó a menguar.
Su llanto fue tan triste que llamó la atención de un anciano que pasaba con su barco. El viejito tomó al Amor en sus brazos y lo llevó hacia la montaña más alta, junto con los otros sentimientos.
Recuperándose, el amor le preguntó a la Sabiduría quién era el viejito que lo ayudo... a lo que ésta respondió..... "El Tiempo"..... El Amor cuestionó: ..."¿Por qué solo el Tiempo pudo traerme aquí?".... La Sabiduría entonces respondió:
"Porque sólo el Tiempo tiene la capacidad de ayudar al Amor a llegar a los lugares más difíciles"...
 
Acto seguido los dejé reflexionando sobre mi aportación en forma de historia y cerré los ojos buscando el sueño reconfortante de un día duro y estresante, pero Morfeo continuaba con su charla de fondo y Hermes (el mensajero) y Echielle, diosa de la imaginación, se habían unido en torno al resto de dioses para continuar con sus diatribas nocturnas que me sumieron en un torbellino de preocupación y temor a pesar de que invoqué el espíritu de Baco (también llamado Dionisio) pero no para excederme en la ingesta de vino, a quien el pueblo lo asocia comúnmente, sin conocer que con la música de su flauta tiene el poder divino de agotar las preocupaciones.
Me acordé de Asdepio, dios de la medicina, buscando su intersección en aquel trance en que los dolores reptaban por mi cuerpo buscando el nido perfecto.
Y de pronto me desperté…y la luz móvil en la oscuridad me hizo acordarme de todos ellos: Morfeo, Cronos, Echielle, Hermes, Eros, Baco y Asdepio…y debatir ahora conmigo el significado de todo ello.



1 comentario:

  1. No son los dioses son las personas que mitificamos las que convierten en dios lo humano....no es el amor, es el gesto de amar quien se sienta en la piedra. Recuperar la palabra,recuperar la narracion de lo bello bien merece una noche de ojos abiertos.

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