miércoles, 28 de julio de 2021

Feliz verano 2021

El verano ya está aquí. Es hora de fiesta contenida y disfrute con prevención. Las circunstancias de confinamiento y restricciones que hemos tenido van amainando conforme avanza la vacunación y, por tanto, nos dirigimos a un verano más abierto a la relajación y a disfrutar de la familia y amigos en entornos al aire libre aunque con las precauciones que dicta el sentido común. Desearles a todos un verano lo más cercano a la normalidad donde recrearse en los momentos, en el disfrute de los detalles y en la constatación de nuestra pequeñez ante fenómenos imprevisibles que deberían obligarnos a revisar nuestra escala de valores y nuestras prioridades. Felices vacaciones. Nos vemos a la vuelta. Un abrazo

lunes, 26 de julio de 2021

Recordando del blog: relato


La marea ya presagiaba la subida con la espuma salpicando las rocas de la rompiente. El permanecía sentado en la imponente roca con los pies colgados sobre el océano mientras sus pensamientos eran un carrusel de ideas donde los tiempos verbales se entremezclaban.
Su mirada estaba perdida entre las nubes que se divisaban en el horizonte como queriendo buscar en su grises matices las respuestas que no encontraba en su interior. Su vida era un rompecabezas, las piezas no encajaban y parecía que en un futuro inmediato no se preveía que pudieran hacerlo manteniéndolo estático en un cruce de caminos sin el poder de la elección y, sin embargo, feliz de estar aún en esa encrucijada.
De sus ojos escapó unas cuántas lágrimas encadenadas que la gravedad unió con la mar que acompañaba su silencio tragándose el oleaje su melancolía y devolviéndole esperanza en forma de una enorme ola que rompió con fuerza a sus pies empapando su cuerpo y su alma.

miércoles, 21 de julio de 2021

Recordando del blog: La vida en futuro perfecto


Los rayos de un incipiente sol entraban por la ventana a través de las cortinas casi transparentes y me habían despertado de un profundo y reparador sueño. Al abrir los ojos vi su hombro desnudo entre las sábanas blancas, y no pude escapar del deseo de depositar un suave beso en su piel.
La noche había sido perfecta, como todas las que le habían precedido. La pasión todavía anidaba en nuestros cuerpos vencidos por el tiempo y se expandía por todos nuestros poros como las primeras veces años atrás. Todavía podíamos reconocernos a través de nuestras miradas cuando se cruzaban nuestros ojos entre besos de melaza y caricias aterciopeladas.
Dejé que descansara un rato más, aprovechando para salir al porche de nuestro refugio de media montaña. Una casa que siempre había estado en nuestros sueños, un espacio para compartir la vida que nos fue vetada durante demasiado tiempo. Era sencilla, de dimensiones relativamente pequeñas y con el mobiliario y ajuar básico para compartir de forma sencilla los momentos mágicos de la convivencia.
Frente a aquellas vistas de medianías, con la isla vecina al fondo separada por un mar que fue siempre una frontera natural, podía tener una amplia visión de la costa sur de la isla. Era feliz, más de lo que podía haber imaginado en los pensamientos del pasado cuando soñaba con instantes como éste. No había sido un camino fácil, desde luego, pues la vida, el destino o las circunstancias no siempre te facilitan la consecución de nuestros sueños; pero estábamos allí, perdidos en la nada más intimista y a un tiro de piedra del bullicio de la civilización y de todos. Estábamos solos…pero en nuestra mutua compañía.
Una lágrima asomó a la mañana. No sé todavía si fruto de las penurias del pasado o de la felicidad del presente. Hacía algo de frío por lo que entré en la casa refugiándome de nuevo entre las sábanas y acomodándome junto al cuerpo que me daba el calor necesario. Ella se giró, sonrió, secó mi lágrima y cerró los ojos. Yo la besé en los labios y también cerré los ojos.

miércoles, 14 de julio de 2021

Recordando del blog: Triangulo marino


La mar depositaba suavemente entre las rocas la espuma blanca de pequeñas olas y con cada movimiento de la marea parecía oírse un tímido llanto, un lamento profundo entre el tono rojizo que la luna, fiel amiga, daba a sus lágrimas de amor. Ya era medianoche y El no había acudido a la cita diaria en el saliente de la roca, tal como había hecho en las últimas semanas. Allí, a unos metros por encima de ella, se sentaba cada día a observarla, detenido por horas en pensamientos que se abrían al recitar poemas de amor.
          Nunca la imaginó tan cerca. Jamás soñó que la mar le acariciaba con las gotas que el viento salpicaba en su cara ni que las piedrecillas que se entretenía en lanzarle eran atesoradas con esmero. Se les podía ver siendo observados y observando a un tiempo, mirándose mutuamente sin saberlo. ¡ Quién iba a imaginar que la mar tenía corazón y alma de mujer! La mar enamorada de un hombre mortal.
          Sus poemas le habían hablado de una mujer en la distancia, entre la tristeza del desamor y la esperanza. Su mirada perdida le daba lástima y en más de una ocasión quiso abrazarlo en su inmensidad para amarlo en la eternidad de su mundo, pero siempre terminaba por renunciar observándole en la oscuridad..
          La mar había visto muchos seres como aquel en las noches de soledad: pescadores de caña que buscaban la recompensa de sus movimientos al aire, marineros oteando el horizonte de sus profundidades marinas, hombres que la surcaban silenciosamente en sus barcas a la luz de pequeñas candelas , borrachos que a su vera buscaban en el agua refrescar la conciencia perdida y así un ejército de hombres sin rostro, porque todos eran partícipes de la misma condición humana y pertenecían a otro mundo, a otro contexto de un mismo espacio.
          El era diferente. Tenía rostro, podía oír su voz si apuraba el silencio; incluso con imaginación sentir sus pensamientos y vivir sus recuerdos. El la observaba con mirada de admiración, sus manos la acariciaba cuando jugaba con su agua cristalina en los pequeños charcos que abandonaba al retirarse en la marea baja.
       Había algo extraño en aquel hombre que, decepcionado de todo y de todos, vislumbraba cada cita nocturna como un debate entre la vida y la muerte. Cada día tenía que decidir su suerte, aplazando siempre un punto final a tanta incertidumbre. Alguien le amaba en silencio, pero no tenía el rostro ni el cuerpo de aquella mujer que también él, cosas del destino, amaba en la distancia.
    
      Una noche cerrada, el hombre se acercó a la mar. Su mirada ya no estaba perdida, ni su semblante inspiraba lástima; sus pasos eran decididos cuando llegó al filo de la roca donde divisaba el agua que se extendía a sus pies. Miró al cielo estrellado como buscando una respuesta que sabía no llegaría y creyó, en ese momento, oír una voz que le llamaba. No lo dudó, sin embargo, su salto hizo que fuera más fácil ser engullido por la ola gigantesca que surgió de aquella mar en calma.
 La mujer supo tarde del amor que le profesó aquel desconocido. Siguió sus pasos, en busca de un futuro que nunca conoció y que se le escapó aquella noche en que su enamorado fuera arrebatado por la mar bravía.
 Dicen, y esto ya es leyenda, que a veces la mujer ha sido vista caminando por la arena esparciendo entre las olas pétalos de flores mientras llora su pena; cuentan quienes la han visto, que se adentra en la mar hasta donde llega su melena para rogar, no se sabe a quién, que se lo devuelva y, en ese momento, la mar se vuelve brava, resucitando el agua su fuerza para encargarse una ola de devolverla a la tierra y entonces la marea baja de golpe dejando en la playa una mujer tendida en la arena.

jueves, 8 de julio de 2021

Frases: Manuel Rivas


La justicia pertenece al campo de las fuerzas del alma. Y por eso puede brotar en los lugares menos propicios, pues cuando la llamamos, allí acude, a veces con la venda en los ojos, pero atenta de oído, desde no se sabe muy bien dónde.

"El lápiz del carpintero"
Manuel Rivas

domingo, 4 de julio de 2021

Poesía: Rosalía de Castro


Busca y anhela el sosiego

Busca y anhela el sosiego…
mas… ¿quién le sosegará?
Con lo que sueña despierto,
dormido vuelve a soñar.
Que hoy como ayer, y mañana
cual hoy, en su eterno afán,
de hallar el bien que ambiciona
-cuando sólo encuentra el mal-,
siempre a soñar condenado,
nunca puede sosegar.