lunes, 30 de septiembre de 2013

Relato: Naufrago en transición

 

Allí estaba él, moviendo los pies y manos para no hundirse en la profundidad del océano que inmenso se extendía sobre lo que su vista podía vislumbrar. No sabía a ciencia cierta cómo había llegado hasta ese recóndito lugar, cómo había naufragado ahondando su historial marinero. No sabía cuánto tiempo había pasado en aquella circunstancia, su noción del tiempo y el espacio se acercaban a cero. Se sentía un naufrago en transición: toda una metáfora de su vida.
Recordaba entonces aquel escrito que debía dormitar en algún cajón perdido de su casa y que creía poder recitar casi con detalle:
“Eres un naufrago en transición cuando naufragas de lo que era tu barco hasta ese instante y estás en esas circunstancias de decepción del poco aguante de ese navío que has construido tras largos años, cuando te das cuenta del verdadero conocimiento de los marineros y marineras que iban contigo, cuando recuerdas los momentos de soledad vividos en alta mar, cuando sientes el viento y la tempestad que te azotaron en muchos momentos, las calmas espesas que no movían la embarcación o los buenos instantes a bordo.
Te caes al agua. Un golpe de mar te empuja hasta el fondo y cuando vuelves a la superficie oteas el horizonte para ver como se aleja ese barco el que te enrolaste hace tantos años y miras a tu alrededor para ver sólo agua, una inmensidad de agua que todo lo abarca y te das cuenta que eres un naufrago que te apoyas en dos vidas paralelas del pasado y el presente, en la proyección de los recuerdos de las personas que quieres en la distancia presente y lejana.
Te sientes naufrago pero sin la soledad que se le presupone, sin la angustia que deberías tener, sin la sensación de pérdida, sin el sentimiento de rechazo a la vida…sabes que un velero viene a tu encuentro, sabes que estás en un proceso de transición hacia otro embarque, otro navío que te llevará a puerto seguro; un barco más pequeño, con menos tropa, pero más ágil en la mar, más dócil en su manejo, más sensible a los cambios de tiempo, más operativo en las tormentas…sabes a ciencia cierta que ese velero siempre estuvo a la vera esperando el momento en que yo subiera a proa.
Lo veo en el horizonte que se acerca, siempre estuvo ahí, para acompañarme en la transición hacia otras tierras más al sur, más cálidas y serenas, más acogedoras y fraternales donde pueda descansar sin temor al naufragio porque sabe en su interior que siempre será una circunstancia pasajera en tránsito”.
Y hete aquí que volvía a estar como ese naufrago en transición del relato, sin velero a su encuentro en el horizonte temprano y con la soledad de la noche que se acerca como única compañera. Tan sólo le mantiene a flote la esperanza de encontrar una isla en el desierto de agua, un remanso de tierra donde descansar porque quizás la mar no estaba hecha para un hombre de tierra.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Fotos: Jardín Canario Tafira (Gran Canaria)

Estas son algunas fotos tomadas en el Jardín Canario de Tafira (Gran Canaria) el último día del verano. Puedes ver más en el tablero Jardín Canario de  Pinterest

 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 

Reflexionar con...Gibran Khalil Gibran

 

Sobre los hijos
Tus hijos no son tus hijos,
son hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma.

No vienen de ti, sino a través de ti,
y aunque estén contigo,
no te pertenecen.

Puedes darles tu amor,
pero no tus pensamientos, pues,
ellos tienen sus propios pensamientos.

Puedes abrigar sus cuerpos,
pero no sus almas, porque ellas
viven en la casa de mañana,
que no puedes visitar,
ni siquiera en sueños.

Puedes esforzarte en ser como ellos,
pero no procures hacerlos
semejantes a ti
porque la vida no retrocede
ni se detiene en el ayer.

Tú eres el arco del cual tus hijos,
como flechas vivas son lanzados.

Deja que la inclinación,
en tu mano de arquero
sea para la felicidad
Pues aunque Él ama
la flecha que vuela,
ama de igual modo al arco estable.
                        Gibran Khalil Gibran


martes, 17 de septiembre de 2013

Dicha Vs. Felicidad

 

Tengo una amiga que nunca utiliza la palabra “felicidad” y en su lugar usa el vocablo “dicha”. Creo, aunque nunca se lo he preguntado, que teme la palabra felicidad por el significado absoluto que le hemos dado a dicha palabra en nuestras vidas. Si nos vamos a sus acepciones académicas resulta que vienen a ser lo mismo y con un mismo origen del latín. Ahora bien, si dicha es felicidad y ésta es el estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien, resulta que el primer concepto, aún siendo sinónimo, puede ser anterior al segundo. Sea como fuere, está claro que no son una constante ni una meta.
            La felicidad no es un estadio que podamos alcanzar ni una meta a la que podamos llegar. Es un camino, un deseo, una intención. La felicidad viene dada por los momentos en que percibimos esa sensación de dicha. Es un estado de ánimo que depende de los sujetos que la experimentan pues no hay un concepto uniforme para definirla; Inclusive podemos encontrar felicidad en situaciones en la que somos infelices pues la dicha que sentimos no está en nosotros mismos sino en aquellas personas en las que queremos aunque ello conlleva nuestra propia desdicha.
            Para Voltaire la felicidad era una idea abstracta íntimamente relacionada con el placer y la dicha suponía la sucesión de placeres continuados por lo que la ponía en un escalón más alto. Y para el Budismo como explica Osho la felicidad depende de elementos exteriores que la conforman y le dan su carácter de temporalidad mientras que la dicha es un estado de paz interior y transcendental sin dependencia de estímulos externos.
            En ambos casos parece que la dicha está en un estadio superior de bienestar, así que debemos perseguir la dicha como meta, que es el camino en sí mismo, pero sólo lo podemos hacer a través de la felicidad de los momentos.
            Seamos felices aprovechando el momento que dura y persigamos la quimera de la dicha. Felices o dichosos…seamos lo que queramos ser.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

Reflexionar con...Walt Whitman

 

No dejes nunca de soñar

No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie
te quite el derecho de
expresarte que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida
algo extraordinario…
No dejes de creer que las palabras, la risa y la poesía
sí pueden cambiar el mundo…
Somos seres, humanos, llenos de pasión.
La vida es desierto y tambien es oasis.
Nos derriba, nos lastima, nos convierte en
protagonistas de nuestra propia historia…
Pero no dejes nunca de soñar,
porque sólo a través de sus sueños
puede ser libre el hombre.

No caigas en el peor error, el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes…
No traiciones tus creencias. Todos necesitamos
aceptación, pero no podemos remar en
contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta el pánico que provoca tener
la vida por delante…
Vívela intensamente,
sin mediocridades.

Piensa que en tí está el futuro, y en
enfrentar tu tarea con orgullo, impulso
y sin miedo.
Aprende de quienes pueden enseñarte…
No permitas que la vida
te pase por encima
sin que la vivas…”
 
 
                Walt Whitman


viernes, 6 de septiembre de 2013

Camino de Teror

 

           Se acerca el 8 de septiembre y ya todos los caminos conducen a los peregrinos hacia el bello pueblo de Teror, epicentro geográfico y emocional de la isla de Gran Canaria. Por estas fechas miles de personas de todos los rincones grancanarios se acercan a honrar a su patrona y muchos de ellos lo hacen caminando y es aquí donde la religiosidad se confunde con la tradición.
            A nadie se le escapa que todos los que acuden a Teror a ver a la Virgen para posteriormente dar buena cuenta de un bocadillo de chorizo con pan de campo acompañado de un clipper de fresa no son religiosos o creyentes en el sentido estricto de la palabra; pero es una tradición que se mezcla con la fiesta y el jolgorio con los tintes y matices propios de una fiesta religiosa.
            En mi caso particular, que no me considero seguidor de Pedro ni de Francisco, recorrí el pasado sábado, para evitar la congestión de tráfico, el camino que va desde Arucas hasta la villa mariana con mis energías puestas como si de un mantra se tratara en el pensamiento de gente a la que quiero y para quienes deseo los mejores parabienes. El recuerdo de mi madre que ya no me acompaña y que sí era creyente me acompañó en el camino porque quizás su fuerza y energía podía ayudarme al tesón compartido de ayudar a las personas que apreciamos.
            Al margen de la religión en sí, sí que es cierto, que la energía de una multitud concentrada en el espacio y en el tiempo posee una fuerza abrumadora y es justamente eso lo que hay que aprovechar en beneficio de todos.
            Así que me uno también a la tradición más añeja de la caminata a Teror y aprovecho al tiempo para hacer ejercicio que es sano y ayuda a menguar el peso acumulado en las vacaciones de verano.


domingo, 1 de septiembre de 2013

Los meandros de agosto

 
 
Agosto se torna ambiguo y renqueante con olas de calor que van y vienen y lo hace moverse lento como el agua en los meandros, esas curvas que se forman sinuosas en el curso de los ríos gracias a la combinación del depósito de sedimentos y la erosión.
            Nuestras vidas son los ríos, que diría Jorge Manrique, que van a dar a la mar que es el morir. Como esos ríos de la planicie con meandros son nuestras vidas, sinuosas en sus circunstancias, y así vamos dejando en la parte convexa los depósitos que conforman nuestras experiencias negativas mientras que la fuerza centrífuga de nuestro propio camino nos empuja en un acto reflejo a seguir avanzando aunque sea en zigzag.
            Agosto es un río con meandros o una carretera con curvas donde la dicha y la felicidad juegan al escondite detrás de cada esquina, un mes de fiesta y pesadumbre a partes iguales donde unos ojos bonitos pueden esconderse a sabiendas y una sonrisa puede salir de la nada. Agosto es fiesta y reflexión…el preludio de un otoño complejo.
           Pero llega septiembre, diciendo adiós a las vacaciones, y enseñando los dientes del trabajo que, en esta coyuntura, parecen menos afilados que de costumbre. Así que agradeciendo la vuelta nos preparamos para seguir el ritmo de nuestras vidas y sus meandros.