domingo, 29 de abril de 2018

Frases: Miguel de Unamuno

Te has hecho ya, querida mar, costumbre

 para mis ojos, pies, pecho y oídos,

cansados de esperar, y tus quejidos

añaden a los míos pesadumbre

   

lunes, 23 de abril de 2018

Feliz Día del libro 2018

FELIZ DÍA DEL LIBRO 2018

Algunos libros son inmerecidamente olvidados; ninguno es
inmerecidamente recordado.

      ( Wystan H. Auden )

viernes, 20 de abril de 2018

jueves, 19 de abril de 2018

Leyenda celta: el lago prestado

Existe una hermosa historia sobre jóvenes pretenciosas y pro­mesas incumplidas que nos relata cómo se formó el Loch del valle de Leinster. En una ocasión, un joven jefe cortejaba a la hija de otro jefe que vivía en la orilla de un lago llamado Loch Ennel en West-meath. La joven era muy hermosa pero bastante altanera, por lo que puso como condición para casarse que la vista desde su nuevo hogar debía, al menos, igualar a la que tenía frente a la casa de su padre.

El lugar donde el joven habitaba era un hermoso valle, que podría contener un lago, si se construía una presa que retuviera el agua del río que lo atravesaba. Sin embargo, este plan supondría que el joven debía esperar bastantes años para poder casarse, tiempo que no estaba dis­puesto a esperar. Su madre era una hechicera heredera de la estirpe de los Tuatha de Danann, que al ver cómo su hijo caía en una melan­colía creciente decidió tomar el asunto del lago entre sus manos. La hechicera se dirigió a la cabana de una de sus hermanas, situada sobre la margen occidental del Shannon. Esta cabana estaba ubicada sobre el filo de una colina a las orillas de un agradable lago, la madre del mu­chacho se alegró de ver a su hermana y ésta la agasajó debidamente, cuando terminaron de comer le confesó el motivo de sus preocupacio­nes y la idea que había tenido para resolver el conflicto, así suplicó que le prestara el lago para que así su hijo pudiera casarse, y que dicho préstamo sería hasta el día de la próxima luna llena, aunque añadió en­tre dientes, después de la semana de la eternidad.

A pesar de las dificultades, su hermana accedió y le prestó ade­más una capa mágica para que pudiera transportarlo hasta su valle. Esa noche la gente que vivía en las laderas de las colinas despertó al oír un gran estruendo, lo que les obligó a huir hacia las tierras altas en donde fueron hospitalariamente acogidos; al amanecer de la mañana siguiente, millares de personas contemplaron asombrados el agua que cubría lo que antes había sido sus casas.

El muchacho, lo primero que hizo fue dirigirse a casa de la joven para describirle la creación del lago y la belleza que encerraba, y ya que la condición que exigía para realizar el matrimonio se había cumplido la novia tuvo que dar su consentimiento a la boda. Sin embargo, la hechi­cera que había «prestado» el lago, estaba bastante molesta cada vez que se asomaba a la ventana de su cabana y veía el lecho, ya que el plazo se había cumplido y su lago no había regresado. Por esto decidió despla­zarse hasta casa de su hermana y solicitar la devolución.

Allí fue recibida con fingida alegría y comenzó a reclamar su propie­dad, ya que la luna llena había llegado por tres veces y el lago aún estaba en donde no pertenecía, mientras su tierra se iba secando. Sin embargo, la astuta hechicera se limitó a decirle: «¡Ay, querida hermana!, ¿cómo puedes decir que se ha cumplido el plazo? Te prometí devolverte tu va­lioso lago el día de la luna llena siguiente a la semana de eternidad, ¡reclá­mala cuando venza el plazo!, no antes». Cuando la hechicera se dio cuen­ta del engaño, la ira que sintió no tuvo límites, pero carecía de modo de venganza alguno, debido a la astucia de su hermana.

sábado, 14 de abril de 2018

viernes, 13 de abril de 2018

Reflexionar con Sergio Pitol

Reírse de ellos, ridiculizarlos, hacerlos sentir desamparados; sólo así podría cambiar algo. Una labor de Sísifo, sí, pero vale la pena emprenderla y, además, reduce la monotonía de la vida. Si resulta imposible humanizar esos rostros de hormigón armado que los políticos aspiran a adquirir desde su primer pinche puestecito, al menos se podría logra hacer visibles algunas craqueladuras. Los jóvenes están hasta la madre de tanta tontería, ya ni siquiera se asoman al Museo de Antropología para no ver reproducidos en la Coatlicue los hieráticos gestos de sus dirigentes. Es necesario que todo el mundo aprenda a reírse de esos monigotes ridículos y siniestros que dirigen a la nación como si por su boca se expresara la historia, no la viva, eso nunca, sino la que ellos han embalsamado. Cualquier novedad los amedrenta.

  

martes, 10 de abril de 2018

Reflexionar con Jaime Sabines

No quiero convencer a nadie de nada. Tratar de convencer a otra persona es indecoroso, es atentar contra su libertad de pensar o creer o de hacer lo que le dé la gana. Yo quiero sólo enseñar, dar a conocer, mostrar, no demostrar. Que cada uno llegue a la verdad por sus propios pasos, y que nadie le llame equivocado o limitado. (¡Quién es quién para decir «esto es así», si la historia de la humanidad no es más que una historia de contradicciones y de tanteos y de búsquedas?) 

Si a alguien he de convencer algún día, ese alguien ha de ser yo mismo. Convencerme de que no vale la pena llorar, ni afligirse, ni pensar en la muerte. "La vejez, la enfermedad y la muerte", de Buda, no son más que la muerte, y la muerte es inevitable. Tan inevitable como el nacimiento. 

Lo bueno es vivir del mejor modo posible. Peleando, lastimando, acariciando, soñando. (¡Pero siempre se vive del mejor modo posible!) 

Mientras yo no pueda respirar bajo el agua, o volar (pero de verdad volar, yo solo, con mis brazos), tendrá que gustarme caminar sobre la tierra, y ser hombre, no pez ni ave. 

No tengo ningún deseo que me digan que la luna es diferente a mis sueños.

viernes, 6 de abril de 2018

Reflexionar con Anne Sexton

Palabras

Ten cuidado con las palabras,
incluso con aquellas milagrosas.
Para las milagrosas hacemos lo mejor posible,
a veces se enjambran como insectos
y dejan no una picadura sino un beso.
Pueden ser tan buenas como los dedos.
Pueden ser tan confiables como la roca
sobre la que apoyas tu trasero.
Pero también pueden ser tanto margaritas como moratones.

Aún así, estoy enamorada de las palabras.
Son palomas que caen del techo.
Son seis naranjas sagradas posadas en mi regazo.
Son los árboles, las piernas del verano,
y el sol, su apasionado rostro.

Aún así, me fallan a menudo.
Tengo tanto de lo que quiero decir,
tantas historias, imágenes, proverbios, etc.
Pero las palabras no son lo suficientemente buenas,
las equivocadas me besan.
A veces vuelo como un águila,
pero con las alas de un gorrión.

Pero intento tener cuidado
y de ser suave con ellas.
Las palabras y los huevos deben ser tratados con cuidado.
Una vez rotos,
son cosas imposibles de reparar.

miércoles, 4 de abril de 2018

Un cuento de Julio Cortazar

Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj

Piensa en esto: cuando te regalan un reloj te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire. No te dan solamente el reloj, que los cumplas muy felices y esperamos que te dure porque es de buena marca, suizo con áncora de rubíes; no te regalan solamente ese menudo picapedrero que te atarás a la muñeca y pasearás contigo. Te regalan -no lo saben, lo terrible es que no lo saben-, te regalan un nuevo pedazo frágil y precario de ti mismo, algo que es tuyo pero no es tu cuerpo, que hay que atar a tu cuerpo con su correa como un bracito desesperado colgándose de tu muñeca. Te regalan la necesidad de darle cuerda todos los días, la obligación de darle cuerda para que siga siendo un reloj; te regalan la obsesión de atender a la hora exacta en las vitrinas de las joyerías, en el anuncio por la radio, en el servicio telefónico. Te regalan el miedo de perderlo, de que te lo roben, de que se te caiga al suelo y se rompa. Te regalan su marca, y la seguridad de que es una marca mejor que las otras, te regalan la tendencia de comparar tu reloj con los demás relojes.No te regalan un reloj, tú eres el regalado, a ti te ofrecen para el cumpleaños del reloj.

    

Frases: Martin Luther King

Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos.