domingo, 31 de agosto de 2014

Las piedras de la marea

 

         Las piedras suenan a un ritmo constante en su arrastre por las olas en decadencia de un mar de fondo y una marea que baja su nivel a estas horas. Es verano y, sin embargo, el silencio es dueño de esta playa escondida de las finas arenas blancas y los turistas propios de la época. No llega a una docena las personas que puedo divisar desde el lugar en que descansa mi toalla.
         Los recuerdos y las ilusiones también, como las piedras, tienen su propio ritmo acompasando su compás al son del oleaje. El agua tiene un efecto hipnotizante cuando la mirada se fija en su vaivén.
         Ante el descanso en la rutina del año…los veranos son proclives a los largos silencios llenos de palabras mudas, a la cadencia de los recuerdos y a las ilusiones del otoño. Todo un cóctel de luces y sombras que hay que combinar adecuadamente, de forma que el resultado final sea apetecible.
        La marea baja despacio, escurriéndose el agua en finos riachuelos por las piedras lisas por la erosión y las dudas e incertidumbres resbalan con ella abriendo nuevos horizontes en un verano atípico. En breve, retornará el agua subiendo su nivel hasta alcanzar la plenitud con el vaivén transparente que dejará las blancas estelas de espuma en la orilla al romper delicadamente contras las lajas de la orilla dejando dormitar en sus recovecos las esperanzas y las ilusiones del otoño que viene.