miércoles, 26 de febrero de 2014

Debate del ¿estado? de la nación

 

Estamos en pleno debate del estado de la nación y todavía no sé cuál es el sentido del mismo porque no creo que haya falta mucho debate para saber cómo está... en estado comatoso; pero también estamos en pleno carnaval y quizás eso influya en el travestismo de nuestros representantes para disfrazar su inoperancia en la gestión de esta empresa llamada España.
La solución a esta crisis no va a salir de dos días de debate - cuyo coste me gustaría conocer - puesto que el hemiciclo en su conjunto nada en la autocomplacencia interna y, en este año, en clave electoral por la cercanía de las elecciones europeas. Cada líder busca ser o seguir siendo el "macho alfa" de la manada de su propio rebaño y de paso convencer o intentar convencer al conjunto de los ciudadanos (aquellos que estén pendiente del debate se entiende) de lo maravilloso de su programa.
En un país donde el bipartidismo está arraigado el voto de castigo se lo lleva el principal partido de la oposición. La mayoría descontenta no vota por afinidad ideológica sino por oposición al partido en el poder. Si vemos las últimas encuestas de intención de voto comprobamos que no existe una gran variación respecto a la última cita electoral y ello nos debe hacer reflexionar sobre la capacidad de liderazgo y/o el proyecto del PSOE que no sabe aprovechar las supuestas horas bajas de la popularidad del PP y de Rajoy que no puede mostrar ni un informe de buena gestión, ni un liderazgo definido y, por supuesto, ni un proyecto coherente de España.
La cuestión es la de siempre. No me gusta la acción de gobierno del partido en el poder. Busco la alternativa y, teniendo en cuenta el voto útil, sólo está disponible el primer partido de la oposición. Esta disyuntiva afecta por igual al PP y al PSOE y retroalimenta un proceso dual donde el resto de partidos sólo pueden aspirar a ser “llave de gobierno” en algún momento. La mayoría absoluta entra dentro del juego democrático pero debe tener límites y éstos deben estar en unas mayorías cualificadas teniendo unos factores influyentes en temas controvertidos y que necesitan de un consenso amplio.
Pero volvamos a la realidad. Nos queda dos años de gobierno-desgobierno donde el único consuelo es que más allá de las fronteras que se han superado no puede haber más tierra y ese es el tiempo que tiene el PSOE para buscar su norte que permita un cambio de rumbo de forma que su brújula marque las mismas metas que el conjunto de los españoles porque éstos pueden coincidir en que hace falta una alternancia pero no ve liderazgo en las filas socialistas o también pudiera darse el caso que piensen que la buena política es una falacia y prefieran la abstención de decidir. Lo primero tiene solución pero lo segundo, me temo que es una hiedra difícil de cortar sin que se extienda.


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