jueves, 19 de abril de 2018

Leyenda celta: el lago prestado

Existe una hermosa historia sobre jóvenes pretenciosas y pro­mesas incumplidas que nos relata cómo se formó el Loch del valle de Leinster. En una ocasión, un joven jefe cortejaba a la hija de otro jefe que vivía en la orilla de un lago llamado Loch Ennel en West-meath. La joven era muy hermosa pero bastante altanera, por lo que puso como condición para casarse que la vista desde su nuevo hogar debía, al menos, igualar a la que tenía frente a la casa de su padre.

El lugar donde el joven habitaba era un hermoso valle, que podría contener un lago, si se construía una presa que retuviera el agua del río que lo atravesaba. Sin embargo, este plan supondría que el joven debía esperar bastantes años para poder casarse, tiempo que no estaba dis­puesto a esperar. Su madre era una hechicera heredera de la estirpe de los Tuatha de Danann, que al ver cómo su hijo caía en una melan­colía creciente decidió tomar el asunto del lago entre sus manos. La hechicera se dirigió a la cabana de una de sus hermanas, situada sobre la margen occidental del Shannon. Esta cabana estaba ubicada sobre el filo de una colina a las orillas de un agradable lago, la madre del mu­chacho se alegró de ver a su hermana y ésta la agasajó debidamente, cuando terminaron de comer le confesó el motivo de sus preocupacio­nes y la idea que había tenido para resolver el conflicto, así suplicó que le prestara el lago para que así su hijo pudiera casarse, y que dicho préstamo sería hasta el día de la próxima luna llena, aunque añadió en­tre dientes, después de la semana de la eternidad.

A pesar de las dificultades, su hermana accedió y le prestó ade­más una capa mágica para que pudiera transportarlo hasta su valle. Esa noche la gente que vivía en las laderas de las colinas despertó al oír un gran estruendo, lo que les obligó a huir hacia las tierras altas en donde fueron hospitalariamente acogidos; al amanecer de la mañana siguiente, millares de personas contemplaron asombrados el agua que cubría lo que antes había sido sus casas.

El muchacho, lo primero que hizo fue dirigirse a casa de la joven para describirle la creación del lago y la belleza que encerraba, y ya que la condición que exigía para realizar el matrimonio se había cumplido la novia tuvo que dar su consentimiento a la boda. Sin embargo, la hechi­cera que había «prestado» el lago, estaba bastante molesta cada vez que se asomaba a la ventana de su cabana y veía el lecho, ya que el plazo se había cumplido y su lago no había regresado. Por esto decidió despla­zarse hasta casa de su hermana y solicitar la devolución.

Allí fue recibida con fingida alegría y comenzó a reclamar su propie­dad, ya que la luna llena había llegado por tres veces y el lago aún estaba en donde no pertenecía, mientras su tierra se iba secando. Sin embargo, la astuta hechicera se limitó a decirle: «¡Ay, querida hermana!, ¿cómo puedes decir que se ha cumplido el plazo? Te prometí devolverte tu va­lioso lago el día de la luna llena siguiente a la semana de eternidad, ¡reclá­mala cuando venza el plazo!, no antes». Cuando la hechicera se dio cuen­ta del engaño, la ira que sintió no tuvo límites, pero carecía de modo de venganza alguno, debido a la astucia de su hermana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario